Ahora predomina una cultura infantilizada de la queja, en la que el Gran Hermano ( sea quien sea) tiene siempre la culpa y la expansión de los derechos se produce sin la otra mitad : los deberes y obligaciones... Si quiero tener el derecho de ser médico, primero deberé aprobar la carrera, si quiero disfrutar de la conducción en autovías, antes deberé pagar impuestos y no darme al vicio del dinero negro, para que se puedan construir. No hay un derecho sin su deber correspondiente.
El énfasis se pone en lo subjetivo: cómo nos sentimos sobre las cosas, más que lo que pensamos o podemos saber. Sin entrenamiento en análisis lógico, mal preparados para desarrollar argumentos sobre cualquier asunto, desacostumbrados a textos mínimamente profundos, la gente se retira a lo que podrían llamar sí mismos: lo que sienten sobre las cosas.
Cuando los sentimientos y la actitud son los referentes principales de un argumento, atacar cualquier posición es automáticamente insultar al que la sostiene, incluso atacar sus “derechos” tal y como los perciben ellos.
El énfasis se pone en lo subjetivo: cómo nos sentimos sobre las cosas, más que lo que pensamos o podemos saber. Sin entrenamiento en análisis lógico, mal preparados para desarrollar argumentos sobre cualquier asunto, desacostumbrados a textos mínimamente profundos, la gente se retira a lo que podrían llamar sí mismos: lo que sienten sobre las cosas.
Cuando los sentimientos y la actitud son los referentes principales de un argumento, atacar cualquier posición es automáticamente insultar al que la sostiene, incluso atacar sus “derechos” tal y como los perciben ellos.