martes, 30 de septiembre de 2008

El amor ilimitado


Según la Sátira IV Mesalina trabajaba en un burdel con el nombre de Lycisca, 'la mujer-perra'. Grabado de Agostino Carracci, siglo XVI.


En lo que se llama hacer el amor, sabemos muy bien que hay una desigualdad tremenda entre sexos. Los hombres son limitados, numéricos; el más atlético de todos queda encerrado dentro de números que se pueden contar con los dedos de una mano. En el otro lado no hay ningún límite más que el puro agotamiento.

Mesalina, presentada por Juvenal:Al fin, cansada, pero no rendida (se refiere a una noche de Mesalina que se había ido a hacer de prostituta por algún sitio), pero no saciada de hombres”.

El hecho de que el placer sea ilimitado en principio, lo incluye en lo vago, lo sumergido de la imaginación femenina, y es una de las fuentes del temor del sexo dominante, que es dominante por eso, porque es limitado y teme lo ilimitado.

Freud, en una de sus cartas a Fliess (su amigo más cercano) recoge el caso de una muchacha de veinte años amante de un banquero de sesentón, que tenía muchos orgasmos en una misma relación, cinco, seis y el banquero consulta a Freud: ella tiene como desmayos, pérdidas. En definitiva, incompatibilidad de eso con los parámetros mensurables de nuestro mundo.