viernes, 3 de octubre de 2008

El artista se retrata a sí mismo.

Capilla Sixtina, Miguel ángel. Pecado original.

Según la leyenda fue el rey Giges de Lidia ( siglo VII antes de Cristo) el iniciador de la pintura. En una plaza mayor tomó un pedazo de carbón y pintó su propia sombra en el muro. Este acto creativo sugiere una búsqueda de la inmortalidad. El artista elige a un modelo según un tipo humano propio, que él lleva dentro.

Decía Jean Paul Sartre que la obra de arte se mezcla con la piel de su creador, como un doble de su propia carne. Flaubert afirmaba que Madame Bovary era él. Y Oscar Wilde señalaba que los únicos retratos dignos de crédito son los que llevan poco del modelo y mucho del artista.

La otra versión tiene un trasfondo idéntico. León Battista Alberti se remite categóricamente a Narciso como el inventor de la pintura , como él, el artista siempre anda dando vueltas a su autorretrato, aunque el pintor sea hombre y la obra represente a una mujer desnuda. De hecho, los artistas que se han hecho famosos por la exacta representación de la piel humana, como Tiziano, fueron acusados de haber mezclado sangre o esperma con los pigmentos, es decir, su propia sustancia vital.

Todas las deformaciones en el arte, desde las siluetas estilizadas de El Greco a los rostros almendrados de Modigliani, de la musculatura extremada de la Capilla Sixtina a los cuerpos desarmados y decodificados de Picasso o Magritte, esas deformaciones se deben a la búsqueda de su doble por parte del artista.

Así los cuadros de desnudos, el desnudo femenino en el arte, es una superficie de proyección del artista, que le confiere el aspecto que más le agrada.