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miércoles, 25 de noviembre de 2009

Goya y la duquesa de Alba


Volaverunt y abajo Sólo Goya


Primero precisar que la duquesa de Alba retratada por Goya , María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, fue la última de una estirpe, ya que al morir sin descendencia de sangre- tenía una niña mulata adoptada - el ducado pasó a unos parientes lejanos, los Fitz James Stuart, Duques de Berwick, que son la familia que actualmente detenta el título.

La familia de los Álvarez de Toledo son originarios de Alba de Tormes, de ahí el nombre del ducado

La relación entre Goya y la Duquesa de Alba se remonta a los años iniciales de la década de 1790. Al adentrarse el maestro en los círculos aristocráticos - de la mano de la Duquesa de Osuna - se puso en contacto con los Duques de Alba. En 1795, el pintor realizó un retrato al Duque y otro a la Duquesa, formando pareja.

Doña María del Pilar Teresa Cayetana de Silva yAlvarez de Toledo, XIII Duquesa de Alba, era una de las mujeres más atrayentes del Madrid de la Ilustración. Su belleza ha sido de ella decían que era tan bella que cuando paseaba por la calle todo el mundo la miraba desde las ventanas y hasta los niños dejaban sus juegos para contemplarla.

Casada a los 13 años y viuda a los 34, murió una vez cumplidos los 40 años envenenada, según las malaslenguas, por la reina María Luisa de Parma. Doña Cayetana tenía un fuerte temperamento y era conocida en los suburbios de Madrid por disfrazarse de maja y participar en las fiestas populares. Protectora de actrices, poetas, pintores y toreros, llegaba a disputarse losfavores de los bellos jóvenes con otras cortesanas, incluso con la propia reina.

La duquesa enviuda y se retira a su finca de Sanlúcar para guardar el luto. Durante un tiempo se lleva a Goya con ella, que la retrata y dibuja en diversas ocasiones en situaciones íntimas, pero nada se puede probar. El 23 de julio de 1802 muere a los 40 años la duquesa de Alba. Una de las opiniones, sobre su muerte,es la posible confabulación política de María Luisa y Godoy, para acabar con la popularidad que tenía esta mujer entre las gentes del pueblo. El 6 de febrero de 1799, Goya termina una serie de 80 grabados, llamada los Caprichos, que vende a 320 reales. Goya, en esta serie, hace algunas referencias a la duquesa y la reina.

Estamos acostumbrados a que nos digan que Goya tuvo un romance con la Duquesa de Alba. La defensa del romance, tradicionalmente, ha tenido diferentes pruebas:

- En un retrato que hizo Goya a la Duquesa, esta señala con su dedo "Solo Goya" y lleva unos anillos con los apellidos "Goya y Alba".

- Algunos piensan que la "Maja desnuda" es la Duquesa.

- El aguafuerte Volavérunt es un grabado de la serie Los Caprichos. Parece que es la duquesa de Alba la que vuela. Se ha interpretado "Volaverunt" (han volado) como la reacción de Goya ante el rechazo de la duquesa.

Pero ahora Manuela Mena (jefe del área de conservación de pintura del s. XVIII y Goya del Museo del Prado) con la ayuda de la historiadora Mühle-Maurer han realizado el estudio de investigación "La Duquesa de Alba, "musa" de Goya", en el que dicen que Goya y la de Alba no tuvieron ninguna relación amorosa.

Las pruebas que ella aporta son las siguientes, nada concluyentes tampoco:

- La desigualdad de clases y educación.

- La diferencia de edad (Goya era 18 años mayor).

- Goya ya era sordo.

- No se conservan cartas cruzadas entre ellos.

- La inclusión del hijo de Goya en el testamento de la Duquesa, no le parece concluyente, ya que la Duquesa incluye también a criados y asistentes.

- Y por último, una carta que escribe Carlos Pignatelli (hermanastro de la Duquesa) al Duque de Granada, en la que la Duquesa escribe la postdata:

"Q.do Primo y amigo el dolor que despedaza mi corazón no me permite el escribir pero si espero que en mi reuniras la confiansa y amista que tenias con mi nunca bien ponderado Pepe. compadeceme y manda cuanto quieras a la mas desgraciada de cuantas an nacido."

Concluye Mena, por tanto, que "las especulaciones que la tildaban de viuda alegre carecen de credibilidad", por tanto ella interpreta los cuadros de la siguiente manera:

- Cuando la duquesa señala en el cuadro, lo hace a sus tierras.

- La dedicatoria "A la Duquesa de Alba", es solo el significado de la admiración del pintor.

- La inscripción "Solo Goya" lo entiende como "solo me pinta Goya, el artista más grande"

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Pero a la Duquesa de Alba la casaron a los 13 años y se le atribuyen amores con Godoy y con el torero Pedro Romero, es más, tras la muerte del duque, parece que se volvió a casar en secreto, lo que no encaja con esa tristeza incurable. Por otro lado, no se ven muestras de servilismo en Goya, acostumbrado a tratar con la aristocracia y ese pretendida diferencia de clase que haría imposible la relación, menos con la forma de ser popular de Cayetana.

domingo, 2 de agosto de 2009

Adulterios de adultos

La famosa etóloga Helen E. Fisher en el reeditado 'Anatomía del amor. Historia natural de la monogamia, el adulterio y el divorcio' hurga en los comportamientos no aprendidos de la conducta y se extiende por su desarrollo en la cultura,

El libro muestra muchas evidencias, como la frecuencia y normalidad del adulterio en todas partes - que va desde actividades tan diferentes como la hospitalidad sexual de los esquimales hasta el sentimiento norteamericano de que la intimidad fuera del matrimonio, aunque no haya sexo, es una forma de adulterio-.

Los amores de Helena y Paris. David. Vía Wikipedia

En fin, "Señor, dame castidad y continencia, pero no todavía", que decía Agustín de Hipona.

Afirma Fisher que vivimos en una cultura rara, en la que el entorno sociológico nos induce a invertir en fidelidad conyugal, mientras la práctica demuestra que realmente la energía la empleamos en meternos en otras sábanas.

Resulta que el adulterio es un comportamiento evolutivo adaptativo. Los hombres quieren multiplicar su linaje como sea y las mujeres buscan protección y seguridad para ellas y su progenie (si les basta con uno se convierten en santas y si no se fían del uno, cogen más).

Pero la cultura lo mediatiza según épocas y posición: Lucien Febvre, fundador de la famosa escuela histórica francesa de los Annales, comenzaba su curso de Historia Moderna rememorando una madrugada en la cual Francisco I de Valois regresaba de incógnito a su castillo tras yacer en el lecho de su amante; a su paso, las campanas de una iglesia llaman a los oficios; el rey entra, se arrodilla y reza fervorosamente; luego, vuelve a subir a su caballo y se reúne con los suyos.Pide a los estudiantes que lo interpreten: quiere hacerse perdonar su adulterio, por el que se siente culpable, antes de recibir el abrazo de su mujer y sus hijos. Nada de eso, replica el maestro: en el siglo XVI, al menos para un Valois, no había incongruencia alguna en pasar de las armas al lecho del placer, de éste a los bancos de la iglesia y de estos últimos al seno de la familia, sin que supusiera la menor sombra de hipocresía.

Pero actualmente a las diferentes culturas la infidelidad no les sienta muy bien. A la hora de combatirla, algunos toman medidas drásticas. Los hombres bantúes de África Sudecuatorial untan su pene con un veneno antes de hacer el amor con su esposa. Están convencidos de que el veneno no afectaría a la esposa pero sí al posible amante.

Como decíamos, en cambio algunos esquimales son tan hospitalarios que acostumbran a agasajar a sus visitantes masculinos ofreciéndoles una noche con su mujer.

Por el contrario, entre los miembros de la sociedad de los Turu de Tanzania, se da por hecho que las mujeres tienen amantes, pero es su obligación mantenerlo en secreto. Para ello colaboran los vecinos con su silencio.

Literariamente, el otro día recordé El desorden de tu nombre' de Juan José Millás, que se vale de una trama amorosa construida sobre el esquema típico del triángulo: el protagonista que es un ejecutivo de una editorial; su psicoanalista, y la esposa de éste, Laura, de 35 años. O la novela El primo Basilio, de Eca de Queirós que cuenta la traición de la joven y encantadora Luisa, que engaña a su marido con el primo del título.

Ya David es adúltero en el arranque del Antiguo Testamento, como lo es Helena en La Ilíada; desde los albores del relato escrito hasta la pasión homosexual de Brokeback Mountain, el tema del adulterio es constante en la narrativa. Lo cual remite al matrimonio, que lo antecede en la experiencia: para que exista el adulterio, hombres y mujeres deben haberse prometido fidelidad, un amor exclusivo. Al menos a mí, esta promesa me parece más sorprendente y más misteriosa que el adulterio.

W. Somerset Maugham dice que el amor es una broma pesada que se nos juega para asegurar la preservación de la especie. Si así fuese, debería sernos natural la reproducción con cuantos se nos presenten cada vez que sucumbimos al celo, como ocurre con la mayoría de los animales. Y sin embargo, casi desde el origen de la especie, el hombre tendió a organizarse de manera monogámica. Me pregunto cuáles serán las razones. Zeus se veía obligado a adoptar los disfraces más indignos para ocultarse de su esposa cada vez que copulaba con una mortal, llegó a hacerse pasar por un cisne ¿Cómo es posible que ya entonces el adulterio fuera asunto mal reputado? Las cópulas de Afrodita con Marte y de Helena con Paris, que acaban tan mal, lo atestiguan.

La maldición del adulterio suele justificarse por la legitimidad de la descendencia, pero me parece un argumento flojo.

Y no es evidente que se considere una traición a la sangre. El marido sufre pero a ese dolor debe añadirse la vergüenza, porque el cornudo siempre y en todo lugar ha sido motivo de burla. No así la adúltera, la cual recibe castigo, pero no humillación.

Todos sabemos además que  paradñojicamente sólo una porción pequeñísima de adúlteras acaba siendo conocida. Todos los adúlteros, en cambio, acaban siendo descubiertos.

viernes, 27 de febrero de 2009

El amor valiente

Decía Balzac en 'La obra maestra desconocida' que en los sentimientos de los hombres hay una flor entusiasta de inicio que se va debilitando hasta que la dicha no es más que un recuerdo y la bendición una mentira.

Manifiesta George Steiner que el proceso de pensar produce duda y frustración, es incontrolable, es privado y a la vez común, busca la verdad a la vez que escapa de la razón, es despilfarrador, no está bien repartido y no lleva muy lejos en cuanto a la explicación del mundo, sin embargo es común a todos los seres humanos y por eso produce en todos tristeza en mayor o menor medida.

Quizá hoy nos encontramos al final de un proceso que se masificó en el siglo XIX, que ha ido avanzando a lo largo del siglo XX y que ha conseguido convencer de forma generalizada a la población de la necesidad de amar; la literatura de amorosa dio paso al cine y a la televisión con el mismo tema, hasta entrar en las casas de todos, y ha convertido al amor en el centro de atención del pensamiento de las masas transformando a los hombres en seres tristes deseosos de amar y ser amados.

Erastés y erómeno, ilustración de Wikipedia

Ortega y Gasset, refiriéndose a Stendhal, señalaba que el amor es la actividad más encomiada. Antes de sentirlo lo conocemos, lo estimamos y nos proponemos ejercitarlo, como un arte o un oficio. Podemos imaginarnos a una persona que haga del amor en abstracto el ideal de su vida. Seres así vivirán siempre enamorados en forma ficticia. Cualquiera servirá para el caso. Se ama el amor, y lo amado no sería más que un pretexto.

El recorrido por la literatura del amor deja una cosa clara: el amor es para los valientes y no tiene nada que ver con la voluntad de amar. Sólo aman los que tienen el suficiente arrojo para hacerlo. Son "los pocos que se ven obligados a aferrar el relámpago con las manos desnudas" (Hölderlin). Seres distintos, capaces de ver el objeto de su amor; bien la belleza o la verdad o lo que sea, capaces de sentir la necesidad de aquello que ya aman y de perseguirlo por encima de cualquier barrera sin que el tiempo o el lugar importen, porque han dejado de existir, como han dejado de existir ellos mismos.

domingo, 5 de octubre de 2008

Más perspectivas sobre el amor

1.Decía el poeta Luis Cernuda que el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe. Y el amor es otra pregunta de la que llevamos en el blog varias versiones. ¿Es sólo la química su alimento? Amor y sexo. Moléculas y alma dibujan varias realidades sobre la respuesta que define el amor.

2.Helen Fisher, antropóloga estadounidense experta en la química del amor, sostiene que las parejas humanas tienen una fecha de caducidad de cuatro años. Transcurrido ese tiempo, el amor y sus alrededores se esfuman. Los 4 años son el tiempo que necesita una cría humana para ser mínimamente independiente y que alguien que no sea ni papá ni mamá pueda ocuparse de ella. En consecuencia, a partir de ahí ya no es estrictamente necesario que ambos sigan juntos. Y la naturaleza ha determinado que, transcurrido ese tiempo, los niveles de dopamina desciendan drásticamente, de modo que la fascinación del principio se evapora

La dopamina es la responsable de esa sensación de mariposas en el estómago que provoca estar ante la persona amada. Proporciona mucha energía, provoca estados de excitación y de euforia. Muchos estudios indican que, para el cerebro, el amor es comparable al chocolate, al dinero o a cualquier otra forma de recompensa. En todos los casos, lo que se activa son los centros de recompensa, y la descarga química que se produce lleva sobre todo dopamina.

En la fase de atracción irresistible interviene también la adrenalina, que es la responsable de los sudores y de las palpitaciones, y otro neurotransmisor: la serotonina. La serotonina está también relacionada con varias patologías psiquiátricas, entre ellas el trastorno obsesivo compulsivo. De ahí que se compare el amor con un estado de locura. Pero además es el objetivo de los antidepresivos de la familia del Prozac; por esta razón, Fisher considera estos fármacos como auténticos filtros antiamor y antideseo.

3.Desde otro punto de vista, el psiquiatra suizo Carl G. Jung describió ese estado de embriaguez absoluta como el efecto que produce la proyección del ánima sobre ánimus la persona amada. Esto significa que todo hombre tiene un lado femenino dentro de sí: el ánima. Y toda mujer tiene una parte masculina: el ánimus. El asunto es que todo el mundo aspira a completarse, de ahí lo de la media naranja. De modo que cuando encontramos a alguien que parece encajar con la imagen que tenemos dentro, inmediatamente proyectamos la imagen sublimada de lo femenino interior, en los hombres, y de lo masculino, en las mujeres. Es nuestra proyección.

Lo que está claro es que en ese momento no se ve realmente a la persona que está enfrente, con sus virtudes y defectos. Lo que se ve es la proyección de los propios sueños. Pero uno siempre se despierta de los sueños. Después de un tiempo más o menos largo comienza a ser evidente que la persona que duerme al lado no es la que se pensaba. Y la realidad reaparece. Entonces es cuando entra en juego la oxitocina. La hormona del amor. Cuando la dopamina y su enamoramiento desbordante abandonan el terreno, interviene la que se conoce como la hormona del amor, encargada de crear un vínculo sólido y estable.

Hay experimentos con perros de la pradera ( que no pecadores ), animales extraordinariamente fieles, que permanecen con la misma pareja toda la vida, que si se les bloquean los receptores de la oxitocina buscan a un ejemplar del otro sexo para el apareamiento, y después, si te he visto no me acuerdo. En realidad, esta hormona se segrega no sólo cuando se establecen relaciones de pareja, sino en otros tipos de contactos afectivos. Es muy importante entre madres y bebés. En el momento del parto, el contacto piel con piel estimula la producción de la hormona y, por tanto, la creación del lazo materno-filial.

En las parejas, el contacto físico en forma de masajes o haciendo el amor estimulan la secreción de oxitocina.

4.John Gottman, director del laboratorio del amor en la Universidad de Washington, lleva años estudiando el universo de la pareja cree que no hay que refugiarse tanto en las moléculas para justificar los comportamientos amorosos; lejos de análisis bioquímicos, Gottman puede vaticinar el futuro inmediato de una pareja con una fiabilidad del 90%. Su método consiste en observar el comportamiento de cada miembro durante una discusión de 15 minutos y hacer unas pocas preguntas sobre el pasado. Tras estudiar a cientos de parejas ha constatado que, en aquellas que tienen futuro, la proporción de frases positivas y negativas es de cinco a uno, mientras que en las que no llegan muy lejos es de uno a uno.

Además ha descubierto que todas las parejas tienen un patrón característico de comportamiento, una especie de marca de la casa que se repite siempre. Gottman lo descubre pidiendo que le cuenten cómo se conocieron. En ese relato sale a la luz el tipo de interacción que existe y la forma en la que uno percibe al otro. El científico ha identificado lo que denomina los cuatro jinetes del apocalipsis: la crítica, estar a la defensiva, la incomunicación y, el más destructor de todos, el desprecio. Un dato más que demuestra los efectos perniciosos de este último: ha observado que el hecho de que alguien a quien se ama exprese desprecio produce un impacto negativo sobre el sistema inmune.

5. ¿Cómo se elige a la pareja? Hay muchos estudios que indican que las mujeres seleccionan al compañero por el olor de su sistema inmune. La evolución las ha equipado con los mecanismos que permiten detectar el más adecuado al suyo: ni demasiado distinto para que no se produzcan rechazos en la fecundación, ni demasiado parecido porque significaría un empobrecimiento de la genética.


Otros estudios, como los del Instituto Ludwing-Boltzmann de Etología Urbana en Viena, sugieren que las mujeres buscan hombres muy masculinos para la fecundación, pero prefieren los varones con más características femeninas como compañeros de vida. La razón es que los primeros tienen, en general, una buena genética y son fértiles, pero la fidelidad no es lo suyo. Por el contrario, los segundos son buenos padres y esposos. Los criterios de elección masculinos también están basados en la búsqueda de mujeres sanas y fértiles. De ahí que algunas investigaciones hayan indicado que las mujeres con cuerpos ondulantes, es decir, con una cintura marcada en relación a las caderas, estén muy solicitadas. La relación cadera-cintura se considera un signo de salud reproductiva.

Según otras versiones complementarias, ellos se sienten atraídos por la belleza y la juventud, mientras que las mujeres son seducidas por la educación y la posición.

Los procesos de enamoramiento y lujuria son similares en los dos sexos, pero la emoción se vive de manera distinta. Las mujeres al ser más ciclotímicas manifiestan más los vaivenes emocionales. Además de lo cultural, hay una diferenciación del cerebro, procesan las cosas de una manera diferente. Les motivan otras cosas y el feedback que reciben lo viven de una forma distinta. Hay etapas en donde tiene altos niveles de oxitocina (hormona que produce la contracción del útero), que si suben demasiado en vez producir empatía la incomodan y cuando éstos bajan, se tranquiliza. En los hombres todo está menos exacerbado porque lo suyo es más externo.


6. Narcisismo. En la Universidad de California y en la de Saint Andrews (Escocia) han llegado a la conclusión de que la atracción hacia el otro es una variante del narcisismo. Los investigadores de esas han observado que las personas que más nos gustan son las que más se parecen a nosotros. En un estudio, el equipo científico manipuló las fotos de los propios participantes para convertirlas en una persona del sexo opuesto; cuando tuvieron que elegir, la mayoría de los participantes mostraron su preferencia por la foto travestida de sí mismos.

martes, 30 de septiembre de 2008

El amor ilimitado


Según la Sátira IV Mesalina trabajaba en un burdel con el nombre de Lycisca, 'la mujer-perra'. Grabado de Agostino Carracci, siglo XVI.


En lo que se llama hacer el amor, sabemos muy bien que hay una desigualdad tremenda entre sexos. Los hombres son limitados, numéricos; el más atlético de todos queda encerrado dentro de números que se pueden contar con los dedos de una mano. En el otro lado no hay ningún límite más que el puro agotamiento.

Mesalina, presentada por Juvenal:Al fin, cansada, pero no rendida (se refiere a una noche de Mesalina que se había ido a hacer de prostituta por algún sitio), pero no saciada de hombres”.

El hecho de que el placer sea ilimitado en principio, lo incluye en lo vago, lo sumergido de la imaginación femenina, y es una de las fuentes del temor del sexo dominante, que es dominante por eso, porque es limitado y teme lo ilimitado.

Freud, en una de sus cartas a Fliess (su amigo más cercano) recoge el caso de una muchacha de veinte años amante de un banquero de sesentón, que tenía muchos orgasmos en una misma relación, cinco, seis y el banquero consulta a Freud: ella tiene como desmayos, pérdidas. En definitiva, incompatibilidad de eso con los parámetros mensurables de nuestro mundo.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Otra forma de ver el amor (II)



"El amor es ciego, pero el matrimonio le devuelve la vista" (Lichtenberg).

"No existe la relación sexual", dijo Lacan en su momento, y causó sorpresa en el mundo civilizado (en España no hubo tal extrañeza porque como nadie lo leía, ni se enteraron, es decir, siguieron follando). Pero el mundo civilizado se escandalizó. En realidad lo que quiso decir Lacan no fue que el amor no existe, sino que la relación sexual es lo que los escolásticos llamaban una contradictio in adjecto (una contradicción entre un término y lo que le sigue, por ejemplo entre un sustantivo y su adjetivo). Donde hay sexo no hay relación, sólo goce. Lacan decía que “el goce, en tanto que sexual, es fálico, es decir, que no remite al otro como tal” (J. Lacan, Seminario XVII, El Reverso del Psicoanálisis,. Ed. Paidós). Todo en el sexo es juego. Y en el juego el contrincante es únicamente una ficción. Desde Dostoievski en El Jugador, desde Malraux en La condición humana, sabemos que el jugador sólo juega contra sí mismo.

El amor es una invención de Occidente. Léase a Proust, casi siempre da en el clavo cuando habla del amor: "Amamos a partir de una sonrisa, una mirada, un hombro. Con eso basta; entonces, en las largas horas de esperanza o de tristeza, fabricamos una persona, componemos un carácter".

Denis de Rougemont estudia lo mismo: En El amor y Occidente, compuesto en 1938, se ocupaba del amor pasión. Aunque la mayoría no hayamos leido la historia de Tristán e Isolda, su trasfondo mítico ocupa nuestras mentes, nuestros hábitos amorosos, los guiones de Hollywood, la historia entera de nuestra literatura. Gracias a ese mito y a esa literatura, nosotros los occidentales amamos como amamos -e, inevitablemente, nos divorciamos como nos divorciamos- . ¿Cuántos hombres y mujeres se sentirían "enamorados" si no hubiesen oído hablar de esa clase especial de amor, precisamente el amor pasión?

Según De Rougemont, no hay, rastros de tamaño mito en otras culturas. Asia lo ignora. Lo que más se parece al verbo amar en chino, es la palabra que designa la relación entre madre e hijo. De ahí que la crisis del matrimonio sea algo muy específicamente occidental. Con el concepto pasional del amor, el matrimonio está condenado al fracaso. Porque el origen de este sentimiento inventado por los trovadores europeos del siglo XII es, en última instancia, místico. "La historia del amor pasión -escribe el autor- es el relato de las tentativas cada vez más desesperadas que hace Eros para reemplazar una transcendencia mística por una intensidad emocional".



domingo, 14 de septiembre de 2008

Otra forma de ver el amor


Decía Oscar Wilde que el matrimonio puede ser confortable, pero jamás placentero. Y en cuanto al amor eterno, Groucho Marx señalaba que es ese que no hay manera de quitarse de encima. En La Celestina, el padre de Melibea da unas voces tremendas acusando al amor de ser la ruina de las familias.

Antes del surgimiento del amor romántico, los campesinos se casaban con quien podían. Los aristócratas con quien debían. Luego cada cual se las arreglaba para tener una actividad sexual conforme a sus gustos, de modo que matrimonio y sexualidad sólo coincidían para la reproducción.

El amor romántico, tal y como lo entendemos ahora, es un producto cultural que nació en el siglo XII en la Provenza, con los juglares, como estudió Denis de Rougemont, Y nace con la dificultad, cuando surge algún obstáculo en dar rienda a esa base fisiológica que es el sexo, entonces se sublima y se produce una suerte de ensoñación sobre ese menester fisiológico. La ensoñación ante la imposibilidad es lo que se llama amor en el sentido actual.

Gráficamente, un castillo, una dama en la ventana y abajo el juglar tocando la mandolina. El marido está en las cruzadas o cazando jabalíes y ese juglar quiere hacer el amor con ella. Al final puede que incluso la dama le facilite una cuerda, trepe y haga el amor con ella. O que todo se quede en galanteo. Como la extravagante historia de Flamenca, escrita a finales del siglo XIII ; unos baños públicos de aguas termales son el escenario donde tiene lugar el adulterio entre la protagonista y su caballero enamorado, Guilhem de Niviers. En ella se narra la historia de una mujer casada y un caballero enamorado, el cual recurre a un medio de seducción curiosísimo. Como sólo puede verla en misa, se sitúa cerca y aprovecha cada vez que los fieles besan el misal como despedida litúrgica, para soltar dos palabras. Al domingo siguiente, dos más. Al cabo, ella le contesta con otras dos. Y así sucesivamente hasta que con el tiempo (mucho, se supone), el caballero logra seducirla, los adúlteros organizan un plan delirante y finalmente lo llevan a cabo con gran regocijo.

De esa dificultad nace el amor. Muchos de los que escriben sobre el amor, precisamente lo hacen sobre lo que no han consumado. Dante nunca consiguió hablar con Beatriz, si lo hubiese conseguido, y no digamos si se hubiesen casado, se habría acabado todo, incluída La Divina Comedia.

Dante, que veía pasar a Beatriz desde niña, se encontró con ella por primera vez en la plaza cuando ella tenía 8 años y él 15 y ni siquiera hablaron. Después la ve pasar hacia la misa en una capilla de Florencia. Más tarde se la encuentra ya casada y en un último encuentro en la iglesia se produce un juego de miradas. De toda esa dificultad nace la idea de amor.

domingo, 3 de agosto de 2008

La mujer épica

Acomodadita leyendo

En La insoportable levedad del ser, Kundera habla de dos tipos de mujeriego: los líricos, que buscan en cada mujer su propio ideal y los épicos, que buscan en las mujeres la diversidad infinita del mundo femenino.

Responde a la distinción de lo lírico y lo épico que desarrolla Hegel en su estética: lo lírico es la expresión de la subjetividad, lo épico proviene de la pasión de apoderarse de la objetividad del mundo.

Así, debido a que el mujeriego lírico persigue siempre al mismo tipo de mujeres, nadie se da cuenta de que cambia de amantes, los amigos le crean permanentemente conflictos porque no son capaces de diferenciar a sus amigas y les atribuyen siempre el mismo nombre.

Los mujeriegos épicos se alejan cada vez más, en su búsqueda del conocimiento, de la belleza femenina convencional, de la que se han hartado rápidamente. Buscan cada vez más la peculiaridad y nunca salen con sus amantes.

jueves, 1 de mayo de 2008

LOS CELOS, LA ADMIRACIÓN y POCHOLO

Pocholo en Ibiza, 2006, foto real


Decía Pocholo Martínez Bordiu en Tómbola que " una relación va bien mientras te hace crecer" .

En efecto, si te sientes más seguro, más atractivo, con más fuerza para afrontar retos o dificultades y más alegre, va estupendamente. Si, al contrario, te costriñe, te oprime, te da inseguridad, falta de confianza en ti mismo, te apetecen hacer menos cosas, ya sea juntos o por separado, no realizas determinadas actuaciones por miedo, entonces va mal, rematadamente mal.

La felicidad es ancha, expansiva, mientras que la tristeza es estrecha. La alegría anima a mantener la acción, la tristeza al retiro.

Aquí entran en acción los celos. “Nunca los celos, a lo que imagino“, escribe Cervantes en La Gitanilla, de las Novelas Ejemplares, “dejan el entendimiento libre para que pueda juzgar las cosas como ellas son: siempre miran los celosos con antojos de allende, que hacen las cosas pequeñas grandes, los enanos gigantes y las sospechas verdades.“

Hay en los celos un complejo entramado de sentimientos: la desconfianza hacia la persona querida, el malestar provocado por el supuesto éxito del rival, el temor de perder o tener que compartir una posesión.

Los celos no nos cuentan una historia de amor, sino de posesión e inseguridad. Para el psiquiatra Carlos Castilla del Pino - en su libro Celos, locura, muerte - todo celoso es inseguro en uno o varios parámetros de su identidad. Esta inseguridad es resultado de una imagen depreciada de sí mismo; inseguridad respecto de la posibilidad del logro del objeto eróticamente deseado y, si ha sido éste el caso, de la posibilidad de retenerlo.

A la inversa, yo subrayo la importancia de lo que llamo la admiración moral en la pareja. La admiración moral en una relación es el sentimiento de alegría que brota a la vista de alguna excelencia moral del otro y suscita en el que contempla el deseo de emularla. Un mal entendido igualitarismo está a punto de convertirnos en mediocres. Frases como «Nadie es más que nadie», «Todos somos iguales», «Yo no tengo por qué admirar a nadie», son muestra de bajeza y triunfo de la mezquindad. ¡Qué difícil nos resulta aplaudir! El cinismo, la desconfianza, la sospecha, tienen un prestigio que no merecen. Necesitamos reconocer la distinción, la bondad, el talento y la grandeza moral.

No todo vale lo mismo. No todos nos comportamos igual. Creerlo supone un daño. Los malos modos, los malos sentimientos, los malos proyectos, envilecen la convivencia. De ahí la necesidad de recuperar la admiración por la bondad. Hay que alejarse de la zafiedad porque produce adicción.

Encontrar a una persona que encarne algunos de esos valores nos da fuerza y si está a tu lado, el ejemplo de excelencia es un acicate que también nos hace crecer.

Al contrario del concepto de la moral que sigue a Kant, la admiración nos enfrenta con la posibilidad de superarnos. Nos vemos libres y capaz de ser mejores. Si se pierde de vista esa admiración, la persona queda reducida a mirase el ombligo. En este sentido, el carácter ejemplificador del buen comportamiento (la virtud moral) sirve de acicate para, por la emulación, superarse a uno mismo y acercarse a la excelencia.

martes, 12 de febrero de 2008

Reinventar el amor

El amor como pintura abstracta o la flecha de cupido. Fernando Zóbel

Soy yo quien te debe todo, porque soy yo quien te ama
(Voltaire, Adelaida de Guesclin)

Decía Rimbaud en Una temporada en el infierno, que hay que reinventar el amor. Dos siglos antes, Spinoza lo definió como “La idea de alegría acompañada de una causa externa”, concepto demasiado amplio, pues entonces me enamoro del pollo asado cuando tengo hambre.

El amor, como la ética, como la alegría, se fundamenta en el entusiasmo . Amar es afirmar de manera entusiasta e incondicional la existencia del otro.

Y en cuanto al otro, no se ponen condiciones ni requisitos a su existencia. Puede ser cualquiera, alto, bajo, gordo, delgado, minusválido. .. Cualquiera pero singular e irrepetible para nosotros.

Amar descubre la verdad del otro. Verdad no de conocer más. La verdad del otro en lo que tiene de singularidad única. Los objetivos de la virtud: generosidad, valor, justicia, los logra el amor sin proponérselo, sin esfuerzo. “Sólo en estado de enamoramiento se acierta a conocer el rasgo ajeno” - señala Eugenio Trías en Tratado de la pasión - “ese que no es intercambiable ni generalizable, ese que es eso y sólo eso”.

Decía Goethe que “ Sentirse amado da más fuerza que sentirse fuerte". Quien nos ama nos da un vigor ilimitado, el que, por otro lado, se propone todo esfuerzo heroico y casi nunca logra del todo alcanzar.

Y tiene un efecto sobre ti mismo: lo más importante es que te conoces de nuevo. Te miras en el espejo y ves que te enfrentas a alguien que es totalmente diferente de la persona que tú pensabas que eras. Porque el amor tiene algo totalmente irracional. Te muestra que todo es más rico, pero también más caótico, más confuso, algo próximo a locura.

Pero otras veces estamos sólo en el otro lado: somos los que amamos, como el poema de Borges dedicado al filósofo que citaba al principio: Baruch Spinoza: (De La moneda de hierro):

El más pródigo amor le fue otorgado / El amor que no espera ser amado