miércoles, 26 de marzo de 2008

Himmler va a los toros, casi vomita y le roban la cartera los chorizos. ¡Payo, Si lo sé no vengo!.

Dice el cartel: GRAN CORRIDA DE TOROS organizada en honor a S.E. el ReichFührer S.S. Heinrich Himmler con asistencia de las Autoridades y Jerarquías del Partido




El 19 de octubre de 1940, apenas cuatro días antes de que el General Franco y Adolf Hitler se reuniesen en la estación de Hendaya, llegó a España el Reichsführer-SS Heinrich Himmler con el objetivo de organizar la colaboración entre las Fuerzas de Seguridad de España y Alemania.

Ese mismo día, visitó San Sebastián y Burgos, desde donde partió hacia Madrid. En la capital, el Gobierno le preparó un recibimiento al más alto nivel. El Ministro Ramón Serrano Suñer le esperaba al frente de la comitiva en la Estación del Norte.

Esa misma mañana, Himmler se entrevistó con el Generalísimo Franco en el Palacio de “El Pardo”.

Ya por la tarde, la comitiva acudió a presenciar una corrida de toros en la madrileña Plaza de las Ventas. El cartel lo componían aquella tarde de Octubre: Marcial Lalanda, Rafael Ortega "Gallito"y Pepe Luis Vázquez, que confirmaba la alternativa. Himmler casi se pone malo de espanto, le salvó la lluvia, que obligó a suspender la corrida antes del final.

Al día siguiente se desplazó hasta El Escorial y Toledo, donde el General Moscardó le explicó los pormenores de la batalla que se libró durante el primer verano de la Guerra Civil.

Pero, sin duda, el recibimiento más caluroso se produjo en Barcelona. La ciudad se engalanó por completo luciendo numerosísimas cruces gamadas y cientos de personas aclamaron a Himmler en la Plaza de San Jaime. Se hospedó en el hotel Ritz, donde le robaron la cartera con sus papeles.

En Barcelona tenía la ambición Himmler de hallar el Santo Grial escondido en la montaña de Montserrat. La famosa cartera perdida probablemente contenía mapas de las extensas cuevas dentro de la montaña de Montserrat. El robo de la cartera, que no se pudo recuperar, es fruto de especulación, culpándose en su momento a una operación del MI5 o a un complot anarquista.

Himmler también encontró dificultades en Montserrat, pues el abad titular Antoni Maria Marcet y su coadjutor Aureli Maria Escarré, que conocían la penosa situación de la Iglesia católica alemana, juzgaron indecoroso recibir personalmente a Himmler, pero conscientes de que era difícil declinar la visita, asignaron la ingrata tarea a un joven Andreu Ripol, único miembro de la congregación que conocía a la perfección la lengua alemana. Himmler no estaba interesado en la Basílica, sino en la montaña, pero al haber perdido los planos, su visita fue infructuosa.