En su Tratado de los sentidos (1754) el filósofo sensualista Etienne Bonnot de Condillac - Era el abad de la ciudad de Condillac y al final el topónimo fue el nombre por el que se le conoció-, muestra de qué forma todo nuestro saber y todas nuestras capacidades se derivan de los sentidos.
Para él es la atención el sentido más desarrollado, superior a los otros; la memoria es el sentido guardado en secreto que posibilita la facultad de comparar lo que implica también la atención y de esa facultad de comparar surge el discernimiento; la capacidad de abstracción es la atención dirigida a la cualidad de un objeto. Y la imaginación es la facultad de relacionar imágenes. Para exponer su sistema, Condillac diseñó una estatua en la que van apareciendo los diferentes sentidos uno tras otro.
Para él es la atención el sentido más desarrollado, superior a los otros; la memoria es el sentido guardado en secreto que posibilita la facultad de comparar lo que implica también la atención y de esa facultad de comparar surge el discernimiento; la capacidad de abstracción es la atención dirigida a la cualidad de un objeto. Y la imaginación es la facultad de relacionar imágenes. Para exponer su sistema, Condillac diseñó una estatua en la que van apareciendo los diferentes sentidos uno tras otro.
Darwin toma el relevo y en su Cuaderno de notas (1856), expresa su programa de derivar las facultades humanas superiores a partir de los procesos más simples que también poseían otros animales: "Tan pronto como se desarrolla la memoira... tendrá lugar la comparación de las sensaciones ... y de ahí el juicio que es parte de la razón".