En La insoportable levedad del ser, Kundera habla de dos tipos de mujeriego: los líricos, que buscan en cada mujer su propio ideal y los épicos, que buscan en las mujeres la diversidad infinita del mundo femenino.
Responde a la distinción de lo lírico y lo épico que desarrolla Hegel en su estética: lo lírico es la expresión de la subjetividad, lo épico proviene de la pasión de apoderarse de la objetividad del mundo.
Así, debido a que el mujeriego lírico persigue siempre al mismo tipo de mujeres, nadie se da cuenta de que cambia de amantes, los amigos le crean permanentemente conflictos porque no son capaces de diferenciar a sus amigas y les atribuyen siempre el mismo nombre.
Los mujeriegos épicos se alejan cada vez más, en su búsqueda del conocimiento, de la belleza femenina convencional, de la que se han hartado rápidamente. Buscan cada vez más la peculiaridad y nunca salen con sus amantes.
Responde a la distinción de lo lírico y lo épico que desarrolla Hegel en su estética: lo lírico es la expresión de la subjetividad, lo épico proviene de la pasión de apoderarse de la objetividad del mundo.
Así, debido a que el mujeriego lírico persigue siempre al mismo tipo de mujeres, nadie se da cuenta de que cambia de amantes, los amigos le crean permanentemente conflictos porque no son capaces de diferenciar a sus amigas y les atribuyen siempre el mismo nombre.
Los mujeriegos épicos se alejan cada vez más, en su búsqueda del conocimiento, de la belleza femenina convencional, de la que se han hartado rápidamente. Buscan cada vez más la peculiaridad y nunca salen con sus amantes.