miércoles, 15 de julio de 2009

Sexo en la conquista de América

El descubrimiento de América va a abrír un periodo de esplendor para el Imperio español. Al calor de buscar dinero rápido para salir de la generalizada escasez de la vida en la época muchos embarcaron para luchar y abrirse nuevas perspectivas.

Al llegar, la desnudez de los habitantes de América excitó mucho a los conquistadores según afirman las crónicas. Los pechos desnudos y el pubis sin signo de vello de las hermosas mujeres les parecía un sueño a la soldadesca que huía de la hambruna en España. Se desató la lujuria. Un soldado de Palos apellidado Álvarez tuvo en tres años treinta hijos de indias diferentes, en México.

Mapa de América - 1640. Wikipedia

Las relaciones a veces se basaron en el sometimiento y la captura. Otras eran los propios aborígenes los que las ofrecían. Tengamos en cuenta que Europa a partir del finales del Medioevo el fanatismo religioso, instrumentado por la Inquisición, había puesto en la mujer la causa de todos los males de la humanidad y actuaba en consecuencia, como en la caza de brujas. Por eso, cuando los españoles, por la misma época, llegaron a América, no les sorprendió el alevoso maltrato que practicaban los indígenas con sus propias mujeres, las que, como apuntábamos, -así fueran esposas, hijas o madres- eran vendidas a los invasores por bagatelas, o directamente obsequiadas para complacerlos, como hacían los guaraníes.

A partir de ahí la promiscuidad y el rápido mestizaje: en Asunción (Paraguay), se denunciaba que el español que está contento con cuatro indias es porque no puede tener ocho, y el que con ocho porque no puede tener dieciséis .En Chile unos cientos de conquistadores mantuvieron una actividad sexual frenética. La maratóniana actividad sexual de los conquistadores españoles en América adquirió dimensiones colosales: unos, relativamente pocos hispanos (de entre los que no se excluían capellanes, frailes adoctrinadores y curas), consiguieron cambiar la composición étnica del continente, cuya población es hoy predominantemente mestiza.

El primer emplazamiento de Buenos Aires, obra de don Pedro de Mendoza, fue abandonado a mediados del siglo XVI. Los libros de historia hacen hincapié en las mejores condiciones naturales y climáticas que rodeaban a la ciudad de Asunción, comparándola con las que ofrecía la zona rioplatense. Pocos reconocen, sin embargo, que una cuestión de sexo, primó en la decisión tomada por los españoles. En efecto, las mujeres guaraníes eran amables, cariñosas y muy condescendientes con los conquistadores, mientras que a las damas bonaerenses y charrúas, por su gran hostilidad, no había manera de acercarse. Por el contrario, convenía mantener prudente distancia de ellas dadas su tendencia a la antropofagia. A Buenos Aires la refundan los lujuriosos de vuelta desde Asunción; cuando la Corona de España ordenó repoblar la ciudad porteña abandonado por varias décadas, fueron los hijos criollos de aquella unión fogosa, quienes bajaron al Río de la Plata comandados por Juan de Garay, a realizar la tarea refundadora.

Las autoridades incas custodiaban celosamente la Casa de Reclusión de Cajas (Perú) donde vivían 500 doncellas menores de 14 años, quienes eran entrenadas para servir como amantes y concubinas de los funcionarios públicos del imperio o para rendir culto al dios Sol. Sin embargo, Diego de Trujillo, cuando llegó al lugar al frente de un contingente de 40 españoles deseosos de confraternizar, ordenó llevar las niñas recluidas a la plaza del pueblo y las repartió entre sus soldados, provocando el júbilo de éstos, tocándole a cada uno un promedio de 12 vírgenes.

Bartolomé Colón, fundador de Santo Domingo, tuvo una recepción inolvidable. Mientras el cacique Bohechio aprestaba sus tropas para defenderse de los invasores hispánicos, su hermana Anacaona, más pragmática, optó por otra estrategia. Cuando el Adelantado desembarcó en la isla, fue recibido por un nutrido grupo de vírgenes locales ataviadas sólo con una cinta alrededor de la frente. Según cuenta el cronista, el comité de bienvenida lo integraban decenas de jóvenes cuyo rostro, pecho, tetas, manos y demás partes son muy hermosas y de blanquísimo color y que, a los atónitos visitantes, se les figuró que veían esas ninfas salidas de las fuentes de que hablan las antiguas fábulas. Colón y su gente fueron agasajados con una opípara cena y luego se les suministró hamacas para pernoctar bien acompañados.

En Cuba, según Gonzalo Fernández de Oviedo, cuando los indios se casan la novia fornica con todos los invitados siguiendo un rango de jerarquías, siendo el último el esposo.

Pero la consecuencia fue que junto al oro de los galeones llegó a Europa la sífilis gran azote desde entonces hasta el invento de la penicilina. Sus principales transmisoras a partir de aquí serían las prostitutas que invadieron Sevilla, el único puerto del Imperio autorizado a comerciar con América. Por la misma época el escritor y clérigo español Francisco Delicado, el autor de La Lozana andaluza, afincado en Italia, que clasificaría más de cien clases de putas en la ciudad de los Papas, unas profesionales con cuyos impuestos se pagó - está demostrado - a Miguel Ángel la decoración de la Capilla Sixtina.