jueves, 9 de julio de 2009

La inteligencia surge de los sentidos y de la memoria.

El bueno de Condillac, vía Enciclopedia Británica

En su Tratado de los sentidos (1754) el filósofo sensualista Etienne Bonnot de Condillac - Era el abad de la ciudad de Condillac y al final el topónimo fue el nombre por el que se le conoció-, muestra de qué forma todo nuestro saber y todas nuestras capacidades se derivan de los sentidos.

Para él es la atención el sentido más desarrollado, superior a los otros; la memoria es el sentido guardado en secreto que posibilita la facultad de comparar lo que implica también la atención y de esa facultad de comparar surge el discernimiento; la capacidad de abstracción es la atención dirigida a la cualidad de un objeto. Y la imaginación es la facultad de relacionar imágenes. Para exponer su sistema, Condillac diseñó una estatua en la que van apareciendo los diferentes sentidos uno tras otro.

Darwin toma el relevo y en su Cuaderno de notas (1856), expresa su programa de derivar las facultades humanas superiores a partir de los procesos más simples que también poseían otros animales: "Tan pronto como se desarrolla la memoira... tendrá lugar la comparación de las sensaciones ... y de ahí el juicio que es parte de la razón".