miércoles, 22 de abril de 2009

Somos tan leves

Kundera -aunque recuerda que Parménides se pronunció porque la levedad es positiva frente al peso, que es negativo- no dudó en titular su obra más conocida La insoportable levedad del ser. Según Kundera, "el ser" está lleno de una "insoportable levedad" porque cada uno de nosotros tiene sólo una vida por vivir: "Einmal ist Keinmal" ("una vez es nunca", esto es, "lo que sucedió una vez pudo no haber sucedido nunca"). Por lo tanto, cada vida es esencialmente insignificante, cada decisión esencialmente irrelevante. Luego, ya que las decisiones no importan, ellas son leves (ligeras, livianas): no nos atan. Pero al mismo tiempo, la insignificancia de nuestras decisiones (nuestras vidas o nuestro ser) es insoportable. De ahí la insoportable levedad del ser.

La película, con Daniel Day-Lewis

El origen es un debate casi presocrático. Es el debate de dos contrarios: por un lado, la búsqueda de una libertad individual sin sujeción a compromiso de ningún tipo, alejada de toda situación de riesgo, es decir una libertad sin cargas y sin la amenaza del dolor; por el otro lado, el vivir con el peso del compromiso y más concretamente la responsabilidad de las consecuencias de nuestros actos que, a veces, son premeditados y otras son producto de la obligación o la presión del tiempo. El temor de la búsqueda de la libertad personal está en encontrar al final que esa búsqueda no es sinónimo de la felicidad sobre todo cuando uno descubre lo poco consistente que hay en nuestras vidas. Lo dice un verso del poeta José Hierro (“todo lo di por esta nada que era todo”).