sábado, 24 de octubre de 2009

Apuntes sobre Hitler




La peculiar visión de su papel


"¿Qué cualidades ha de tener un caudillo? Sobre todo, su nombre ha de estar en boca de todo el mundo. Por ello introduje el Heil Hitler como saludo, porque contiene mi nombre. Las masas han de tener a su Führer siempre a la vista... todas las cámaras han de estar enfocadas a mi persona: la muchedumbre ha de seguir cada uno de mis pasos. El Führer ha de arrastrar a las masas, como si fuera un actor; su vestimenta, su mímica y sus gestos, todo eso es importante"

La conquista de Gibraltar

En el encuentro entre Franco y Hitler se trató la conquista de Gibraltar. El nombre cifrado de esta operación era Isabella/Felix. De hecho, se envió a 50 oficiales alemanes a Marruecos, se ensayó la toma del Peñón al noroeste de la ciudad de Besançon, mientras una división española ensayaba el asalto en Algeciras. La operación tenía fecha: enero o febrero de 1941. Jamás se realizó porque Hitler decidió atacar Rusia. El Führer prefería una neutralidad benévola. La España de Franco, fingiendo ser neutral, autorizó la reparación y el suministro de los submarinos y navíos de guerra alemana. Y España apoyó a la Luftwaffe para atacar a la flota angloamericana.

Una tarde con las damas en la Guerra

Eva Braun acostumbraba ver junto a sus amigas películas en color americanas en la bolera. Cuando retornaban al salón, junto a la gran sala en la que se hallaba Hitler, llamaban su atención con sus risas y conversaciones en voz alta. Con ello querían darle a entender que "ya estaba bien de guerras", que ya era hora de que les dedicara su atención. Junto a ellas llegaban también Negus y Stasi, los cachorros de Eva Braun, y se revolcaban por el suelo.

Hitler se presentaba ante las damas. Su faz tenebrosa se aclaraba por momentos. En la vecina gran sala, los ordenanzas encendían el fuego de la chimenea. El dictador, Eva Braun, la hermana de ésta, Gretl, la dama de compañía de Eva, las amigas de Eva, Morell, Hoffmann, Dietrich, Brandt, Bormann, los ayudantes y las secretarias volvían a reunirse allí. Hitler se sentaba junto a la chimenea, al lado de Eva Braun. Las mujeres formaban grupos, sentadas o recostadas en los sofás y los pesados sillones de felpa que formaban un semicírculo en torno al fuego.

De esta manera discurrían lo que se conocía como las tardes del té. Los ordenanzas servían champán, licor, té, café y un refrigerio. Eva Braun estaba sentada con las piernas encogidas y tocada con una gorra de piel. En presencia de Hitler guardaba silencio y prefería escuchar mientras sus amigas charlaban sobre la película que acababan de ver.

En el gran armario de la pared había miles de discos. Hitler prefería música ligera para esas reuniones. Siempre escuchaba las mismas operetas de Lehár y Suppé. La conclusión de la velada era invariablemente la obertura de La viuda alegre. Hitler podía escuchar discos hasta las dos o las dos y media de la madrugada. Sólo entonces se retiraba a sus habitaciones privadas. Eva Braun, por lo general, se acostaba más temprano.