El incesto (del latín "incestare", infestar, contaminar) viene a ser, según el diccionario de la RAE, toda "relación carnal entre parientes dentro de los grados en que está prohibido el matrimonio", es decir, cualquier clase de actividad sexual entre padres, hijos, sobrinos, abuelos, nietos, primos y hermanos,
El incesto está prohibido por la ley en casi todo el mundo occidental, aunque no de la misma forma y con la misma intensidad. En España no lo está, pero no por ello deja de estar muy mal visto. Aún así, el sexo entre padres e hijas es mucho más común de lo que pensamos; y no estamos hablando de abusos, sino de relaciones íntimas consentidas y ocultas.
Lucrecia Borgia, por Bartolomeo Veneto. Del periódico Público.No es esto algo nuevo ni moderno: el mismísimo Lot bíblico fue seducido por sus hijas con ayuda de unos tragos de licor de uvas.
"¡Cómo es posible que los hombres sensatos puedan llegar a la absurdidad de creer que el goce de su madre, de su hermana o de su hija pueda ser delito!", se preguntaba el Marqués de Sade en La filosofía en el tocador. Pues lo cierto es que existen infinidad de teorías. Según Freud, el incesto siempre es deseado inconscientemente y su prohibición tiene como función coartar al ser humano de las tendencias de matar a su padre y desposar a su madre. Marks en 1991 llegó más lejos, hasta comparar el asco al incesto con el miedo a las serpientes: algo instintivo o, al menos, de "fácil aprendizaje".
A finales del s.XIX el investigador Edvard Westermarck propuso que tendencia a evitar el incesto podría tener una base biológica e instintiva más que cultural. Cree que es algo que forma parte de la naturaleza humana y que la atracción erótica se desvanece cuando has crecido con otra persona, sea o no sangre de tu sangre, lo cual explicaría la extensión del tabú a los padres e hijos adoptivos. Y además está la explicación biológica, dice que las criaturas nacidas de coitos entre parientes cercanos podrían ser psíquica y físicamente deficitarios.
Los sociólogos, por su parte, dicen que lo que pasa es que el incesto provoca confusión de los roles sociales y por eso no se tolera. Según el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss, la prohibición del incesto inaugura la cultura humana, en oposición a la naturaleza. Según Claude Lévi-Strauss, la exogamia favorece los vínculos extrafamiliares al tiempo que mejora el reparto del trabajo comunitario. La madre de un adolescente joven puede verse favorecida por la llegada al núcleo familiar de una hembra joven bien dispuesta para el trabajo. A cambio, ese mismo padre puede “perder” a una hija, porque sabe que tendrá el recambio de una nuera en otro lugar.
Pero la Historia está llena de incestos. Ya en la antigua Grecia, el incesto madre-hijo era paso obligado por aquello del aprendizaje, y los dioses de la mitología griega fornicaban entre familiares sin problemas. En Roma, Nerón se acostaba con su madre y Calígula con tres de sus hermanas. En la Edad Media, el mismísimo Rey Arturo tuvo un hijo con su hermana Morgana. Y en Egipto, la dinastía ptolemaica y muchos faraones se entregaban a prácticas incestuosas, que nunca han sido un tabú en ese país porque en su mitología es el pan nuestro de cada día.
El padre Abraham, el de la Biblia, se casó con su hermana Sara, sentando un precedente que convertiría las Sagradas Escrituras en un cúmulo de incestos... hasta llegar al papa renacentista Alejandro VI, que no dudó un segundo a la hora de fornicar con su hija, la bellísima Lucrecia Borgia.
También se ha cometido incesto por razones de Estado (Cleopatra se casó con dos de sus hermanos). Eso por no hablar de monarquías europeas como los Austrias o los Borbones, que se apareaban entre ellos por imperativo real. Más vicioso fue el caso de Carlomagno, que no dejaba casarse a sus hijas porque las tenía de amantes; o Augusto II el Fuerte, rey de Polonia, - a caballo entre el s. XVII y el XVIII - que tenía como concubina favorita a su propia hija bastarda.
En la actualidad, el incesto es una costumbre permitida en ciertas zonas de habitantes indígenas. La tribu sudamericana de los kubeo, por ejemplo, lo considera un rito de iniciación a la edad adulta. Los indígenas hawaianos y peruanos lo han practicado hasta hace nada. Y en la tribu africana de los tutsi, si un hombre tiene un gatillazo en su noche de bodas tiene que ir junto a su madre para que ésta le devuelva con sus artes la virilidad...