Si nos atenemos a la Biblia, el primero que hizo una pintada fue el propio Jehová. Utilizó la pared del salón palaciego del rey Baltasar, justamente en el momento en que este monarca poco piadoso celebraba un concurrido banquete, y escribió con letras de fuego Mane, Thecel, Phares. Naturalmente nadie lo entendió, reclaman entonces a Daniel, el profeta que además de amonestar con severidad a Baltasar, le explica el significado de las tres palabras. Se trata de las predicciones de la caída del rey. Mane significa que Dios ha puesto fin a su reino; thecel, que su peso en la balanza no ha alcanzado el requerido; y phares, que el reino se ha dividido y se entrega a medos y persas.
Probablemente el género más antiguo de grafitos, después del teológico, es el pornográfico. En los muros de Pompeya que respetó el volcán se han encontrado muchos (recogidos en el tomo 41 de la Biblioteca Clásica Gredos), aunque la mayoría responden a pautas previsibles: "Me he follado a la tía de la taberna", "El que suscribe, Suriano, dio por culo a Mevio", "Es una orden de tu carajo: hay que hacer el amor", junto al clásico "Teucro está enamorado". Por lo que se ve estas necesidades expresivas se prestan a pocas variaciones a través de los siglos.
Algunos no se han limitado a las palabras y añadieron gráficos. En uno de sus ensayos, Montaigne deplora los colosales falos que solía encontrarse dibujados en las paredes de las letrinas porque, según él, inducían a las mujeres a hacerse indebidas ilusiones sobre el tamaño real de los miembros masculinos...
También las pintadas de índole política tienen larga historia: por ejemplo, en el siglo XIX los invasores franceses de Italia vieron repetida en las calles la leyenda "VERDI", que no sólo era el apellido del patriótico compositor sino las siglas de Vittorio Emmanuel Rey de Italia. Pero sin duda las más célebres entre nosotros siguen siendo las que relucían en las fachadas parisinas durante Mayo del 68. No sólo expresaban demandas políticas en el sentido tradicional del término, sino inquietudes más amplias y poéticas. Fueron vindicaciones de lo posible más allá de limitaciones normativas ("Prohibido prohibir"), denuncias de la rutina establecida ("Corre camarada, el mundo viejo te persigue"), exigencias de una transformación que desbordase lo real ("Tomad vuestros deseos por la realidad", "Sed realistas, pedid lo imposible", "La imaginación al poder"...).. En algún caso, se recurrió directamente a la voz de un poeta ("He aquí que llega el tiempo de los asesinos", un verso de Rimbaud que brindó a Henry Miller el título de un ensayo y que no se refiere al aumento de crímenes, frecuentes en todas las épocas, sino que celebra el regreso de los fumadores de hachís).
Es fácil hoy denunciar la ingenuidad de estos lemas y marcarlos como peligrosos si se los pone en práctica, estorban. Hoy lo que se lleva es el saqueo y el fraude fiscal, tan práctico...