lunes, 7 de enero de 2008

¡Olé!

Zeviro, pintor suizo aficionado a los toros

Los antitaurinos denigran la fiesta por dos razones: lo indebido y vil de su supuesta crueldad y el derecho de los animales a ser tratados humanitariamente.

Es obvio que no toda crueldad es nefasta ni responde a un capricho morboso: sin cierta crueldad nunca aprenderíamos nada, ni nos someteríamos a leyes, ni aceptaríamos deberes morales. Ya Nietszche habló de esta dimensión de la formación humana y Platón se refería a la pedagogía del placer y del dolor .

Sólo la crueldad por sí misma es un sinsentido. Pero la supuesta crueldad de la fiesta taurina es un medio para lograr algo distinto, sea belleza plástica, exaltación o pasatiempo. Casi todos los pasatiempos son crueles, desde los juegos de azar, los concursos de la televisión y hasta la tragedia griega. ¿Acaso son innecesarios los pasatiempos? Para los hombres, conscientes de lo cruel que es la vida, no hay nada tan necesario.

El segundo argumento es el presunto derecho de los animales a un trato humanitario. ¿Se puede hablar de derechos de los animales?. Desde antiguo sabemos que complacerse en maltratar animales revela mala índole. Pero en este punto coinciden el buen cazador o el aficionada a los toros. Nadie conoce mejor que él la diferencia entre lidiar un toro o maltratarlo, la fiesta se estiliza y cada vez se aleja más de la estética del matarife.

Los animales en sí no tienen derechos porque no pueden tener deberes. ¿Se respetan las especies de animales y de seres vivos sus derechos entre sí?. Son lo que son, no lo que deben ser. Los animales nos muestran una vitalidad que asumen por necesidad. Los animales sufren y hacen sufrir a otros bichos, pero no son crueles. Lo que sí podemos tener es una preocupación por atenderlos.