domingo, 17 de agosto de 2008

Sade y la libertad


En la época del Marqués de Sade, la literatura erótica tenía una función claramente transgresora, era revolucionaria. A través del erotismo Fourier (poner la sociedad al servicio de las pasiones), Mirabeau o Diderot expresaron utopías sociales y teorías audaces sobre la naturaleza humana.


Sade estaba a favor del libertinaje, del despotismo del placer - contrario y nada que ver con el despotismo político - . La vida es una lucha y cada individuo tiene la posibilidad de atreverse a satisfacer sus deseos, que es lo único que puede salvarle, con lo que estoy de acuerdo totalmente.


El velo de conocer si Sade, en caso de que hubiese gozado de impunidad, hubiese cometido crímenes o llevado a la práctica algunas de sus escrituras extremas, empaña y entorpece la lectura de su obra. Ciertamente tenía la manía de la flagelación, pero esa afición estaba muy extendida en su época y en todos los burdeles de París ofrecían instrumentos de golpear para obtener y dar placer.


Al final se refugió en la imaginación. Se había acostumbrado a gozar mentalmente y en lugar de azotar, leía a las mujeres páginas suyas repletas de expresiones obscenas y lujuria.


Nadie ha expresado como Sade la libertad absoluta. Sus héroes pisotean todas las convenciones de la sociedad para dar rienda suelta a sus instintos, pero argumentando con lógica aplastante. Todos los actos están encaminados a gozar de la manera más placentera y singular. En Juliette, dice la protagonista que la han hecho morir de placer, pero que es el momento de sentarse a reflexionar y hablar, que no todo consiste en experimentar sensaciones, también hay que analizarlas.


En La filosofía en el tocador, argumenta y aconseja a la mujer, que mientras otros placeres morales están reservados para mentes privilegiadas, los placeres de follar gustan a todos y ese encanto pronto supera los rumores de la sociedad, de los que muchas hembras se han burlado, añadiendo un placer más, el de ser implacables con los puritanos, al ya enorme placer de gozar. Señala que gozar y follar es para cada cual lo que puede hacer con su cuerpo que sólo le pertenece a cada uno. La inmortalidad así la gana la mujer, que queda perenne en la memoria de los hombres; pronto se olvidó a Lucrecio, pero Mesalina es tema de muchas conversaciones aún.