miércoles, 26 de diciembre de 2007

Las Meninas comían barro


Detalle de Las Meninas

Si se mira con con detenimiento la menina ofrece a la infanta Margarita de Austria una jarrita. Se llamaban búcaros, y servían para contener agua perfumada pero lo curioso es que se comían después. Esta costumbre está muy documentada. La misión de ese barro era mantener la tez blanca, muy apreciada en la época, una cierta función de regulación de la menstruación -en realidad anticonceptiva - y de rebote parece que en cierta medida de evasión de la realidad, pues tenían algún poder alucinógeno, y así mitigar el aburrimiento de la Corte.

Los barros más apreciados eran de Portugal o México, los mejores por su blandura. Hay muchas referencias literarias a esa costumbre en los siglos XVI, XVII y XVIII. De hecho esa producción de placer es lo que escandalizaba a los clérigos así una de las penitencias en las confesiones a las damas era abstenerse un día o un tiempo del ingerir el elemento. Hay una monja madrileña de la época que escribe cómo durante un año se aficionó a ingerir ese material, vicio del que se libró, aunque hace hincapié en que , durante el tiempo que lo tomó, tuvo las más intensas experiencias interiores.

La palabra Menina viene de minina, de origen portugués y es el equivalente a paje en femenino. Llamaban así a las hijas de personajes de la nobleza que entraban en Palacio como doncellas de honor de las Infantas y las acompañaban en su séquito a todas horas. Aunque la pintura se terminó en 1656, antes, las Meninas, hasta su expulsión en 1616, solían ser moriscas (musulmanas convertidas al cristianismo). De hecho hay referencias de las extrañas costumbres de las Infantas de la corte, como sentarse en cojines en el suelo, cubrirse la mitad del cabello con una suerte de velos o lavarse con mucha frecuencia la cabeza.

Ya en Bagdad en el siglo X se ha documentado la costumbre de comer barro, ese barro fino y blando con el que se hacían los búcaros. Puede que ese hábito fuese importado por los moriscos a la Corte.

Quizá por eso la mirada de soslayo, como pillada, de la infanta a su madre que estaría de frente, en el punto de mira del espectador. sea porque era demasiado pequeña para esos vicios, en ese momento sólo tenía cinco años.