En su estudios sobre la historia de la familia en el Antiguo Régimen, Ariés cita el libro del doctor Heroard, Journal sur l'enfance et la jeneusse de Louis XIII . Es la detallada relación de la infancia del Delfín -el Delfín era el sucesor a la corona de Francia, como aquí el Príncipe de Asturias - escrita por su médico. El Delfín, futuro Luis XIII, nació en 1601 y de adulto demostró una capacidad intelectual media. Desde luego no por encima que el resto de la aristocracia.
Este diario nos demuestra el menosprecio que tenemos a las capacidades infantiles. El Delfín tocaba el violín y cantaba a la edad de dieciséis meses. A esa misma edad jugaba al mazo, equivalente al actual golf y practicado por los adultos de la época, así como al tenis; hablaba correctamente y practicaba juegos de estrategia militar.
A los tres y cuatro años de edad respectivamente, aprendió a leer y escribir. A los cuatro y cinco años, aunque seguía jugando con muñecas (!), practicaba el tiro con arco, jugaba a las cartas, al ajedrez y otros juegos.
Tan pronto como pudo andar, tomó parte en todas las actividades de los adultos en términos de igualdad, bailando como un profesional. A los siete años dejó las muñecas y se le empezó a formar en la caza, monta de caballos, tiro, esgrima, asistencia al teatro y apuestas.
Ariès dice que todo era paulatino, no soltó las muñecas de golpe, sino que compatibilizaba y el cambio era imperceptible a los siete años, porque estaba inmerso en ese mundo.
Este diario nos demuestra el menosprecio que tenemos a las capacidades infantiles. El Delfín tocaba el violín y cantaba a la edad de dieciséis meses. A esa misma edad jugaba al mazo, equivalente al actual golf y practicado por los adultos de la época, así como al tenis; hablaba correctamente y practicaba juegos de estrategia militar.
A los tres y cuatro años de edad respectivamente, aprendió a leer y escribir. A los cuatro y cinco años, aunque seguía jugando con muñecas (!), practicaba el tiro con arco, jugaba a las cartas, al ajedrez y otros juegos.
Tan pronto como pudo andar, tomó parte en todas las actividades de los adultos en términos de igualdad, bailando como un profesional. A los siete años dejó las muñecas y se le empezó a formar en la caza, monta de caballos, tiro, esgrima, asistencia al teatro y apuestas.
Ariès dice que todo era paulatino, no soltó las muñecas de golpe, sino que compatibilizaba y el cambio era imperceptible a los siete años, porque estaba inmerso en ese mundo.