Decía Balzac en 'La obra maestra desconocida' que en los sentimientos de los hombres hay una flor entusiasta de inicio que se va debilitando hasta que la dicha no es más que un recuerdo y la bendición una mentira.
Manifiesta George Steiner que el proceso de pensar produce duda y frustración, es incontrolable, es privado y a la vez común, busca la verdad a la vez que escapa de la razón, es despilfarrador, no está bien repartido y no lleva muy lejos en cuanto a la explicación del mundo, sin embargo es común a todos los seres humanos y por eso produce en todos tristeza en mayor o menor medida.
Quizá hoy nos encontramos al final de un proceso que se masificó en el siglo XIX, que ha ido avanzando a lo largo del siglo XX y que ha conseguido convencer de forma generalizada a la población de la necesidad de amar; la literatura de amorosa dio paso al cine y a la televisión con el mismo tema, hasta entrar en las casas de todos, y ha convertido al amor en el centro de atención del pensamiento de las masas transformando a los hombres en seres tristes deseosos de amar y ser amados.
Erastés y erómeno, ilustración de Wikipedia
Ortega y Gasset, refiriéndose a Stendhal, señalaba que el amor es la actividad más encomiada. Antes de sentirlo lo conocemos, lo estimamos y nos proponemos ejercitarlo, como un arte o un oficio. Podemos imaginarnos a una persona que haga del amor en abstracto el ideal de su vida. Seres así vivirán siempre enamorados en forma ficticia. Cualquiera servirá para el caso. Se ama el amor, y lo amado no sería más que un pretexto.
El recorrido por la literatura del amor deja una cosa clara: el amor es para los valientes y no tiene nada que ver con la voluntad de amar. Sólo aman los que tienen el suficiente arrojo para hacerlo. Son "los pocos que se ven obligados a aferrar el relámpago con las manos desnudas" (Hölderlin). Seres distintos, capaces de ver el objeto de su amor; bien la belleza o la verdad o lo que sea, capaces de sentir la necesidad de aquello que ya aman y de perseguirlo por encima de cualquier barrera sin que el tiempo o el lugar importen, porque han dejado de existir, como han dejado de existir ellos mismos.
Manifiesta George Steiner que el proceso de pensar produce duda y frustración, es incontrolable, es privado y a la vez común, busca la verdad a la vez que escapa de la razón, es despilfarrador, no está bien repartido y no lleva muy lejos en cuanto a la explicación del mundo, sin embargo es común a todos los seres humanos y por eso produce en todos tristeza en mayor o menor medida.
Quizá hoy nos encontramos al final de un proceso que se masificó en el siglo XIX, que ha ido avanzando a lo largo del siglo XX y que ha conseguido convencer de forma generalizada a la población de la necesidad de amar; la literatura de amorosa dio paso al cine y a la televisión con el mismo tema, hasta entrar en las casas de todos, y ha convertido al amor en el centro de atención del pensamiento de las masas transformando a los hombres en seres tristes deseosos de amar y ser amados.
Erastés y erómeno, ilustración de Wikipedia
Ortega y Gasset, refiriéndose a Stendhal, señalaba que el amor es la actividad más encomiada. Antes de sentirlo lo conocemos, lo estimamos y nos proponemos ejercitarlo, como un arte o un oficio. Podemos imaginarnos a una persona que haga del amor en abstracto el ideal de su vida. Seres así vivirán siempre enamorados en forma ficticia. Cualquiera servirá para el caso. Se ama el amor, y lo amado no sería más que un pretexto.
El recorrido por la literatura del amor deja una cosa clara: el amor es para los valientes y no tiene nada que ver con la voluntad de amar. Sólo aman los que tienen el suficiente arrojo para hacerlo. Son "los pocos que se ven obligados a aferrar el relámpago con las manos desnudas" (Hölderlin). Seres distintos, capaces de ver el objeto de su amor; bien la belleza o la verdad o lo que sea, capaces de sentir la necesidad de aquello que ya aman y de perseguirlo por encima de cualquier barrera sin que el tiempo o el lugar importen, porque han dejado de existir, como han dejado de existir ellos mismos.