El célebre psicopedagogo Jean Piaget contó que cuando era niño un hombre trató de secuestrarlo en el centro de París. Iba acompañado por su niñera y la muchacha opuso una tal resistencia que logró poner en fuga al secuestrador, no sin antes recibir heridas en el rostro.
Recordaba Piaget con nitidez a las gentes que acudieron en su ayuda , e incluso el uniforme de los policías que levantaron acta del suceso.
Muchos años más tarde, la niñera entró como pupila en un establecimiento cristiano. Escribió entonces una carta a los padres de Piaget pidiendo perdón por sus mentiras. Todo había sido un invento. Ella misma se había autolesionado para impresionar a sus patrones y conservar el empleo. Junto con la carta, devolvía el reloj de oro que le habían regalado en agradecimiento por su valentía.
El relato histórico se mostraba falso. No así el recuerdo en Piaget, el cual sería para siempre verdadero. Se pueden desmentir los hechos, pero no pueden borrarse los sentimientos hacia atrás.
Recordaba Piaget con nitidez a las gentes que acudieron en su ayuda , e incluso el uniforme de los policías que levantaron acta del suceso.
Muchos años más tarde, la niñera entró como pupila en un establecimiento cristiano. Escribió entonces una carta a los padres de Piaget pidiendo perdón por sus mentiras. Todo había sido un invento. Ella misma se había autolesionado para impresionar a sus patrones y conservar el empleo. Junto con la carta, devolvía el reloj de oro que le habían regalado en agradecimiento por su valentía.
El relato histórico se mostraba falso. No así el recuerdo en Piaget, el cual sería para siempre verdadero. Se pueden desmentir los hechos, pero no pueden borrarse los sentimientos hacia atrás.