Set sostiene una deidad y una sacerdotisa le hace una felación.
A finales del siglo XIX, Sigmund Freud, diferenció tres etapas en los orígenes de la sexualidad humana: la oral, la anal y la genital. Desde que nacemos, el primer placer nos llega a través de la boca cuando mamamos del seno materno, una sensación de bienestar que queda almacenada en la memoria y que tratamos de reproducir posteriormente a través de los besos, que también pueden efectuarse en la zona genital.
Desmond Morris, explica en su libro El mono desnudo cómo el hombre primitivo utilizaba la boca para dar y obtener placer con su pareja. Al parecer, en los primeros contactos, los besos se repartían principalmente entre el cuello y los lóbulos de las orejas y, posteriormente, en los genitales. El macho se dedicaba a lamer el clítoris de la hembra -cunnilingus (del latín cunnus, vulva y lingere, lamer)- y ella a chupar el pene de su compañero -felación (de fellare, chupar)-.
En contra del tópico y mal que le pese desde el cielo a Terenci, la iconografía erótica del antiguo Egipto representa muy escasas felaciones y abundantes cópulas a tergo que aparece especialmente representada en los ostracas (fragmentos de piedra caliza con bocetos informales dibujados) A tergo es decir, por detrás pero por vía vaginal. Hay pocas representaciones de la cópula humana en la iconografía egipcia y la que aparece con más frecuencia es esa posición con el hombre penetrando a la mujer así. Eso ha llevado a suponer que se trataba de una práctica habitual, quizá la forma característica de hacerlo en el antiguo Egipto.
Pero el caso es que en el análisis de la conducta sexual de 190 culturas humanas de Beach y Ford (Conducta Sexual humana, 1955), no aparecía ninguna en la que fuera preponderante la cópula a tergo. ¿Por qué iba a ser una posición canónica entonces en el Egipto faraónico? Es posible que esas representaciones no plasman en realidad cópulas a tergo sino en su mayoría sexo anal. Se puede considerar que se trataría de demostraciones de poder sobre el partenaire (la sodomización lo era en el Egipto faraónico; pasividad = debilidad) y que los protagonistas serían ambos masculinos en una proporción mayor de lo que parece.
Entonces, si los egipcios no lo hacían mayoritariamente a tergo, ¿cómo lo hacían?. Es significativo lo poco que aparece el acto sexual en general en el mundo egipcio, antes de la época grecorromana. Existe una relativamente abundante iconografía en lo referente al acto sexual entre divinidades pero poquísima en el ámbito humano, poco más de una treintena de cópulas en total. Ciertamente, los egipcios contaban en su panteón con el dios Min, en perpetua erección; Hathor que podía ser bastante desinhibida, y Geb y Nut y Osiris e Isis (cada pareja por su lado) lo hacen de manera recurrente en imágenes por todo Egipto. Pero se trataba de cópulas sagradas.
En cambio, del ámbito privado, cotidiano hay muy poca cosa, los ostracas, algún grafito como el de Uadi Hammamat. Y el excepcional papiro erótico de Turín, de época ramésida, en el que aparecen dibujadas una serie de encuentros sexuales muy explícitos entre hombres mayores con grandes penes y mujeres jóvenes en lo que se ha interpretado a menudo como escenas de un burdel. En el papiro hay nueve escenas de cópulas, tres a tergo. Los rasgos de hombres y sus desmesurados miembros y las posturas acrobáticas de las mujeres sugieren que estamos ante una pieza satírica, pero la verdad es que no se sabe el propósito del papiro, que es un ejemplar único. El papiro de Turín podría recoger el recuerdo de un personaje de sus vivencias en un lupanar, encargado por él para su solaz personal.
Aparte de la cópula a tergo, está acreditada en Egipto la posición del misionero, pero sólo se han encontardo un par de escenas. También existe alguna representación de lo que parece sexo en pie. En los textos asoman algo de fetichismo, algunas alusiones a pedofilia, chaperismo y zoofilia. Nada que se pueda comparar a la proliferación de escenas sexuales en Grecia o Roma (piénsese en Pompeya). La felación no está muy documentada -si exceptuamos el contexto sagrado y que algún dios incluso se la hacía a sí mismo-, mal que le pudiera pesar como decíamos al querido Terenci.
¿Eran un pueblo pacato los egipcios? Eran explícitos en textos sagrados pero no, en general, en los profanos. Si no existiera alguna especie de tabú, la cópula aparecería representada gráficamente de manera más abundante y oficial. Por ejemplo, en el contexto funerario. La fama de descocados de los egipcios les viene de las fuentes clásicas grecolatinas que imaginaron Oriente como lugar de lujo y lujuria. La propaganda romana contra Cleopatra, tachándola de libertina, también puso su grano de arena. Los egipcios iban poco vestidos por el calor y el desnudo es habitual en la representación de los trabajadores. Eso puede resultar erótico para nosotros pero seguramente no lo era para ellos. Sucede lo mismo con las transparencias de los vestidos. Quizá la marcada sexualización de las mujeres tenía algún significado relacionado con la fertilidad más que con el erotismo. Todo ello no quiere decir que para los egipcios el sexo tuviera connotaciones pecaminosas en el sentido judeocristiano. El acto sexual con penetración no presentaba, según explica Lynn Meskell en La vida privada en Egipto (2002) connotación ninguna, ni positiva ni negativa. Se lo denominaba simplemente nk.