Baudrillard dice en sus Cool Memories (I). - las únicas traducidas al castellano - : “basta que hables a una mujer de otra para despertar en ella la idea de reemplazarla “, es esa la rivalidad primordial entre las mujeres…
Señalaba Aristóteles en la Poética que el imitar es algo connatural al ser humano desde su niñez y que el aprendizaje inicial se realiza por la mimesis. El antropólogo René Girard da un paso más y en Mentirá romántica y verdad novelesca habla de la mimesis de apropiación. Girard afirma que el hombre es incapaz de desear por sí mismo; en toda la literatura, en toda la épica, de Don Quijote a Madame Verdurin, de Shakespeare a Cervantes, siempre hay un mediador, un tercero que señala y refuerza el objeto de deseo. Ya decía Lacan que el deseo del yo es el deseo del otro. Deseamos lo que desean los demás.
Kant, en un librito titulado Idea de una historia universal en sentido cosmopolita subraya lo que ya había marcado Spinoza, que es precisamente lo mismo que enfrenta a los humanos lo que los une. Como cada ser humano quiere lo que quieren los demás, pero desgraciadamente muchas veces sólo puede haber un dueño, gracias a ello, la especie humana va desplegando todas sus capas para institucionalizarse como sociedad civil ( si todos deseamos lo mismo, debe haber instituciones para regular ese acceso)…Pero esa es otra historia…
En cuanto que el mediador desea lo que deseamos nosotros, se convierte en un rival. La rivalidad se acentúa a medida que la distancia entre el sujeto y su modelo-rival disminuye. Así, por ejemplo, D. Quijote tiene como modelo a Amadís de Gaula. En cada circunstancia en que se encuentra su pregunta es "¿que haría Amadís ahora?". Todos sus deseos están mediatizados por la figura de su modelo. Pero este modelo no entra en rivalidad conflictiva con él, porque, como dice Girard, Amadís reside en un cielo inaccesible.
Aprendizaje: Para seducir, crea un rival, alguien que te marque como objeto deseado. Milan Kundera en El libro de la risa y el olvido, apunta: “Las mujeres no buscan a los hombres hermosos, las mujeres buscan a los hombres que han tenido mujeres hermosas” . D´Anunzio en El placer señala que “Un hombre que haya sido amado por una mujer de cualidades singulares, excita en otras la imaginación, y todas compitiendo, se consumen por poseerlo…La fascinación de D. Juan está más en la forma que en su persona.”
Señalaba Aristóteles en la Poética que el imitar es algo connatural al ser humano desde su niñez y que el aprendizaje inicial se realiza por la mimesis. El antropólogo René Girard da un paso más y en Mentirá romántica y verdad novelesca habla de la mimesis de apropiación. Girard afirma que el hombre es incapaz de desear por sí mismo; en toda la literatura, en toda la épica, de Don Quijote a Madame Verdurin, de Shakespeare a Cervantes, siempre hay un mediador, un tercero que señala y refuerza el objeto de deseo. Ya decía Lacan que el deseo del yo es el deseo del otro. Deseamos lo que desean los demás.
Kant, en un librito titulado Idea de una historia universal en sentido cosmopolita subraya lo que ya había marcado Spinoza, que es precisamente lo mismo que enfrenta a los humanos lo que los une. Como cada ser humano quiere lo que quieren los demás, pero desgraciadamente muchas veces sólo puede haber un dueño, gracias a ello, la especie humana va desplegando todas sus capas para institucionalizarse como sociedad civil ( si todos deseamos lo mismo, debe haber instituciones para regular ese acceso)…Pero esa es otra historia…
En cuanto que el mediador desea lo que deseamos nosotros, se convierte en un rival. La rivalidad se acentúa a medida que la distancia entre el sujeto y su modelo-rival disminuye. Así, por ejemplo, D. Quijote tiene como modelo a Amadís de Gaula. En cada circunstancia en que se encuentra su pregunta es "¿que haría Amadís ahora?". Todos sus deseos están mediatizados por la figura de su modelo. Pero este modelo no entra en rivalidad conflictiva con él, porque, como dice Girard, Amadís reside en un cielo inaccesible.
Aprendizaje: Para seducir, crea un rival, alguien que te marque como objeto deseado. Milan Kundera en El libro de la risa y el olvido, apunta: “Las mujeres no buscan a los hombres hermosos, las mujeres buscan a los hombres que han tenido mujeres hermosas” . D´Anunzio en El placer señala que “Un hombre que haya sido amado por una mujer de cualidades singulares, excita en otras la imaginación, y todas compitiendo, se consumen por poseerlo…La fascinación de D. Juan está más en la forma que en su persona.”