A los veinte años, Leonardo da Vinci, para sufragar sus gastos, se coloca por las noches como camarero en una taberna llamada Los Tres Caracoles , ubicada en el mismísimo Puente Vecchio, sirviendo comidas, pero tras la misteriosa muerte por envenenamiento de todos sus cocineros en el primavera de 1.473.
Leonardo se ocupa de la cocina abandonando el taller del maestro Verrocchio. Intenta revolucionar la cocina tradicional del Renacimiento (tipo lo que hoy llamaríamos cocina castellana, asados y caza) e inventa lo que hoy conocemos como la nouvelle cuisine e ingenia platos muy bien presentados con pequeñas porciones de comida, cosa a la que no estaban acostumbrados sus conciudadanos, que querían comer hasta atiborrarse, lo cual crea tal escándalo que casi lo matan por pensar que se reía de los clientes.
Vuelve al taller del maestro pero de nuevo retorna a las andadas al arder el negocio hostelero como consecuencia de peleas entre bandas rivales e inmediatamente lo abre de nuevo, en el mismo lugar, comprando los restos del local, con su amigo Botticelli, el gran pintor, y lo llaman La Enseña de las Tres Ranas de Sandro y Leonardo, y lo adornan con dos lienzos pintados por cada uno de ellos. Pero nadie entra en la taberna porque a nadie le agrada pagar por una anchoa y una rodaja de zanahoria perdidas sobre una fuente por más ingeniosamente que estén dispuestas y como es lógico tienen que cerrar. Y durante un tiempo toca el laúd y dibuja en plena calle para ganarse la vida.
Hasta que Lodovico Sforza, 'El Moro' le nombra maestro de celebraciones y banquetes en Milán, y retoma sus aficiones restauradoras. Pero esa es otra historia.