jueves, 11 de marzo de 2010

De la cabeza a los pies, la evolución deficiente

El cerebro en realidad es lo contrario a lo que durante tantos años nos han venido diciendo: que este cerebro que tenemos en la cabeza es realmente increíble, que es lo más sofisticado del universo. Pero somos el producto de la evolución, y la evolución no puede mirar hacia delante y plantearse cuál es la mejor manera de hacer algo; la evolución simplemente existe, es un mero proceso de selección natural. A veces, eso conduce a mejoras fantásticas, pero otras veces da lugar a cosas que son chapuceras y desastrosas.

El hombre de Vitruvio, Leonardo da Vinci.

La columna vertebral humana es un buen ejemplo de apaño. La columna nos permite andar erguidos, lo cual es estupendo, porque nos libera las manos y nos permite apuntar, utilizar herramientas... Es genial, un avance evolutivo sofisticado; pero sus mecanismos de evolución dejan mucho que desear, no están bien diseñados. Una única columna no es una manera demasiado buena de sostener el peso corporal de un ser humano. El 70% de nuestro peso se sostiene gracias a una única columna. Sería mejor una suerte de trípode, como los que aguantan las cámaras de fotos o cine.  Sería una manera mucho más estable de sostener un peso pesado, Deberíamos tener tres columnas vertebrales, con,  por ejemplo, una especie de refuerzo transversal. No aguantarías las cámaras con un solo palo.

El motivo por el que tenemos una única columna sosteniendo casi todo el peso del cuerpo no es porque sea una buena idea, sino porque la evolución llegó a esa solución a través de una especie de accidente fortuito. Un cambio a partir de algo anterior. En las criaturas de cuatro patas, hay una única columna, pero es horizontal y distribuye el peso por toda la columna.Pero girar la columna hacia arriba 90 grados es la cosa más tonta que se puede hacer.

 Otro ejemplo relacionado: al levantarse sobre dos piernas, la pelvis de la mujer humana se volvió más estrecha. Y lo hizo en un momento en el que la cabeza humana estaba creciendo, de modo que la única solución a esta contradicción fue engendrar bebés prematuros. Cuando los bebés nacen antes de tiempo, se necesita más de una persona para cuidarlos, por tanto, la monogamia posiblemente tuvo una explicación: eran necesarias dos personas que estuvieran juntas durante un tiempo para ocuparse de ese bebé tan indefenso y desvalido. Pero definitivamente el tamaño de la cabeza es excesivamente grande comparado con la abertura vaginal: se trata de un diseño de lo más tosco. Por eso, muchas mujeres necesitan cesáreas y también es cierto que los seres humanos nacen relativamente menos maduros que otras criaturas.

La memoria que tenemos no funciona demasiado bien para las cosas que queremos hacer los humanos, como recordar fragmentos específicos de información. Nuestra memoria evolucionó, de hecho, para captar tendencias generales. Si fueras un león, tendrías que saber dónde están las vacas la mayor parte del tiempo, no tendrías que saber dónde está cada animal concreto. No obstante, los humanos modernos tienen que recordar cosas muy específicas muy a menudo, como por ejemplo: "¿dónde dejé aparcado el coche la última vez?".  Ante un conjunto de cosas que comparten una especie de parecido familiar, aunque nunca hayas visto un elemento concreto de la familia, puedes llegar a pensar que sí lo has visto, porque todo se entremezcla. Esto es lo que sucede con nuestros recuerdos: se vuelven borrosos y se entremezclan y ya no los distinguimos. Los recuerdos antiguos con los nuevos; los recientes con los antiguos, hay mucha interferencia. Ahí radica el problema fundamental de la memoria.