jueves, 30 de octubre de 2008

No me conquistéis América, preferimos matarnos entre nosotros


Igual que Roma cometió desmanes - no hay más que ver los tebeos de Asterix - también impulsó innumerables avances de ingeniería civil, derecho, la base de nuestra lengua. Tan ridículo sería hacer desfiles ahora en honor de Julio César como dinamitar el Acueducto de Segovia.

Quienes deploran los desmanes de los conquistadores de América, lo hacen en nombre de principios jurídicos políticos y morales modernos, acuñados en el Renacimiento europeo, una de cuyas empresas más destacadas fue la conquista de América.

Entonces no había ONU y las guerras de expolio y conquista eran la práctica común y desde luego y muy por encima, entre los pueblos precolombinos, que se encontraban a un nivel 3000 años atrás de Europa.

Sólo en Europa empezaba a cuestionarse la licitud de esas agresiones y se alzaban voces para institucionalizar el respeto al territorio y riqueza del otro.

Si hubieran tenido en cuenta el baremo de los aztecas o incas, nada malo en masacrar el territorio enemigo, es más luego a mayores se los comían, con lo que se aprovechaban hasta de sus proteínas.

Muchos súbditos de Moztezuma, a pesar del rigor en el trato de los europeos - igual que el que aplicaban en su tierra - preferían el trato de Hernán Cortés al de su propio rey y ello explica en parte el éxito del extremeño.

domingo, 26 de octubre de 2008

Porqué no dejo introducir comentarios y Ana Curra

 Ana Curra fue componente y fundadora de Alaska y los Pegamoides y Parálisis Permanente. Desde hace muchos años es profesora del conservatorio de El Escorial.
A la derecha, con sus compañeros, en 1979, De Izquierda a Derecha, Alaska, Nacho Canut, Carlos Berlanga, Eduardo Benavente y Ana Curra. Eduardo falleció por un accidente de tráfico en mayo de 1983, Ana conducía y Carlos falleció en junio de 2002 debido a una larga enfermedad hepática.



Durante los primeros meses del blog, los comentarios estaban abiertos. Pero en estos blogs caseros entra gente con el único fin de publicitarse y el 80% de los comentarios que se escribieron eran propaganda de otros blogs, webs o incluso directamente de alguien que vendía algo.

Pero así, tal cual, al grano sin mostrar mayor interés en lo que leían.

viernes, 24 de octubre de 2008

Lord Byron escondía algo.


Fue el primer escritor auténticamente venerado por las masas, el equivalente literario a lo que hoy sería una estrella del rock and roll. George Gordon Byron sólo tenía 24 años cuando el libro La peregrinación de Childe Harold lo convirtió en una auténtica celebridad.

"Una mañana me levanté siendo famoso" resumiría el propio Lord Byron al referirse a la velocidad con la que alcanzó notoriedad. Tal era su fama que el día de 1814 en el que se puso a la venta en Inglaterra El corsario la gente se dio de bofetadas para hacerse con la obra, vendiéndose en una sola jornada nada menos que 10.000 ejemplares.

La fama literaria de Byron siempre se vio alimentada por el carisma personal del escritor. Su ingenio, su encanto, su belleza física y su origen aristocrático, unidos a su inteligencia y a su alocada vida sexual, contribuyeron a hacer de él una estrella. «No le mires a los ojos», ordenaban las madres a sus hijas, en la creencia de que una sola mirada del poeta bastaría para empujarlas a la perdición.

Sin embargo, tras la leyenda de seductor irresistible que el propio Byron siempre se encargó de fomentar (se jactaba, por ejemplo, de haber tenido al menos 200 amantes en los dos años que vivió en Venecia entre 1817 y 1819) se escondían los denodados esfuerzos de un hombre por ocultarle al mundo su naturaleza homosexual.
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Pero Fiona MacCarthy, autora de Byron: Vida y Leyenda sostiene que aunque Byron realmente se divertía conquistando mujeres, su verdadera naturaleza le hacía sentirse atraído hacia los jovencitos.

En opinión de esta estudiosa, Byron utilizaba sus aventuras sexuales con mujeres para ocultarse a sí mismo y a los demás sus inclinaciones exclusivamente homosexuales. Fiona quita importancia al affaire que durante cinco largos años mantuvo el poeta con la condesa italiana Teresa Guiccioli, a la relación incestuosa que protagonizó con su media hermana Augusta, al romance con Lady Caroline Lamb

Los anhelos sexuales del escritor siempre se dirigieron hacia personas de su mismo sexo. Desde un jovencito de 15 años que cantaba en el coro de la Universidad de Cambridge, de quien Byron se enamoró (parece que castamente) mientras estudiaba allí, hasta el chico griego del que cayó prendado durante los últimos meses de su vida sin llegar a ser correspondido.

De hecho, MacCarthy está convencida de que el motivo por el que en 1816 Lord Byron abandonó Inglaterra, para no volver jamás, fue por miedo a ser condenado por su homosexualidad. En aquel tiempo, la sodomía era un delito que se castigaba con la pena capital.


Lord Byron fue uno de los primeros autores en darse cuenta de la enorme importancia que, incluso para un escritor, tiene su imagen. Y, desde muy joven, se desveló como un experto manipulador de su propia apariencia. Sabía todos los trucos para sacarle el mejor partido a su figura y a su aspecto lánguido y a sus rizos negros.

Ya en 1807, a la edad de 19 años, se empeñó en utilizar uno de sus retratos para promocionar Horas de ocio, su primer volumen de poemas distribuido comercialmente.

Es posible que la obsesión que Byron demostró siempre por su físico fuera en parte resultado de la malformación en el pie derecho con la que nació. El caso es que el poeta siempre se esforzó por controlar las representaciones que en su tiempo se hicieron de él para consumo de sus fans.
Al menos 40 retratos distintos de Lord Byron se realizaron en vida del poeta.

Cuando Lord Byron estaba escribiendo su célebre poema Don Juan, dedicado a la figura del di, libertino, había cumplido ya los 30 años. Era, para su época, un hombre en el umbral de la vejez. Además, su aspecto era lamentable: había engordado, se estaba quedando calvo, la cojera era más acentuada que nunca y él mismo se consideraba físicamente acabado. No obstante, en Venecia perseguía a toda hembra y tras poseerla se dedicaba a divulgar por toda la ciudad los caracteres de su conquista.

Entonces conoció a Teresa Guiccioli, condesita de 19 años destacadamente tonta, según todos los biógrafos, de una vanidad y una testarudez enormes, pero agraciada en el físico. A los ojos de Byron tenía un atractivo peculiar: estaba casada con el conde Guiccioli, tipo riquísimo, sin escrúpulos, enemigo del Papa y con un robusto físico de 60 años. La joya del viejo conde era una presa irresistible. Sería la última.

La historia de Lord Byron y Teresa no tiene nada de romántico, aunque los personajes se empeñaran en creerlo. El marido se dejó poner los cuernos porque el dinero y los contactos de Byron le gustaban más que su esposa. A la niña le chiflaba que la vieran con el célebre lord a sus pies. Los burgueses de Ravena y de Venecia se morían de risa. De modo que fue el pobre Byron quien hubo de poner sensatez en aquella historia, el que limitara la codicia del marido, el que mantuviera una actitud convencional y prudente para evitar las maledicencias, y quien, tras producirse la separación, propusiera el matrimonio.

Quizá asqueado por el papelón, Byron no tuvo más remedio que convertirse en un héroe. Salió huyendo de la condesa hacia el Egeo para ayudar en su lucha por la independencia a los nacionalistas griegos (que le robaron ipso facto), y al poco murió decentemente en Missolonghi. De enfermedad.

martes, 21 de octubre de 2008

El hombre, como el oso, cuanto más feo, más hermoso

Marilyn Manson y una obra suya

Los aspectos más destacados de la obra de Umberto Eco sobre la fealdad.

"Para entender los gustos de una época no es justo escuchar sólo a los filósofos. Es necesario entender qué significa fealdad para la gente común", reconoce Eco.

La atracción por lo feo, arguye Eco, se muestra en la abundancia de sinónimos: horrendo, desagradable, monstruoso, odioso, espantoso, fétido, sucio, repelente, vil, deforme, repugnante o antiestético.

Todavía hay bellezas clásicas como la de Nicole Kidman o la de George Clooney, e incluso el diseño de televisiones y automóviles se basa en los cánones renacentistas de las divinas proporciones. Pero al mismo tiempo triunfan en el arte los tiburones muertos de Damien Hirst o los caballos ahorcados de Cattelan, explica el autor de 'El nombre de la rosa'.

La estética de los 'cyborgs', mitad máquina y mitad humanos, adolecería de ese gusto por lo inquietante. Lo mismo que la de los telediarios, incide Eco, que se demoran en el detalle de los muertos en las carreteras y en las guerra. Algo así como los cuadros de El Bosco, pero con otros medios.

Los conceptos de bello y de feo están en relación con los distintos períodos históricos o las distintas culturas y, citando a Jenófanes de Colofón (según Clemente de Alejandría, Stromata , V, 110), "si los bueyes, los caballos y los leones tuviesen manos, o pudiesen dibujar con las manos, y hacer obras como las que hacen los hombres, semejantes a los caballos el caballo representaría a los dioses, y semejantes a los bueyes, el buey, y les darían cuerpos como los que tiene cada uno de ellos".

En la Edad Media, Giacomo da Vitri ( Libro duo, quorum prior Orientalis, sive Hierosolymitanae, alter Occidentalis historiae ), al ensalzar la belleza de toda la obra divina, admitía que "probablemente los cíclopes, que tienen un solo ojo, se sorprenden de los que tienen dos, como nosotros nos maravillamos de aquellas criaturas con tres ojos Consideramos feos a los etíopes negros, pero para ellos el más negro es el más bello.

Siglos más tarde, se hará eco Voltaire (en el Diccionario filosófico ): "Preguntad a un sapo qué es la belleza, el ideal de lo bello, lo to kalòn . Os responderá que la belleza la encarna la hembra de su especie, con sus hermosos ojos redondos que resaltan de su pequeña cabeza, boca ancha y aplastada, vientre amarillo y dorso oscuro. Preguntad a un negro de Guinea: para él la belleza consiste en la piel negra y aceitosa, los ojos hundidos, la nariz chata. Preguntádselo al diablo: os dirá que la belleza consiste en un par de cuernos, cuatro garras y una cola".

Hegel, en su Estética , observa que "ocurre que, si no todo marido a su mujer, al menos todo novio encuentra bella, y bella de una manera exclusiva, a su novia; y si el gusto subjetivo por esta belleza no tiene ninguna regla fija, se puede considerar una suerte para ambas partes Se oye decir con mucha frecuencia que una belleza europea desagradaría a un chino o hasta a un hotentote, porque el chino tiene un concepto de la belleza completamente diferente al del negro Y ciertamente, si consideramos las obras de arte de esos pueblos no europeos, por ejemplo las imágenes de sus dioses, que han surgido de su fantasía dignas de veneración y sublimes, a nosotros nos pueden parecer los ídolos más monstruosos, del mismo modo que su música puede resultar sumamente detestable a nuestros oídos. A su vez, esos pueblos considerarán insignificantes o feas nuestras esculturas, pinturas y músicas".

A menudo la atribución de belleza o de fealdad se ha hecho atendiendo no a criterios estéticos, sino a criterios políticos y sociales. En un pasaje de Marx ( Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 ) se recuerda que la posesión de dinero puede suplir la fealdad: "El dinero, en la medida en que posee la propiedad de comprarlo todo, de apropiarse de todos los objetos, es el objeto por excelencia Mi fuerza es tan grande como lo sea la fuerza del dinero Lo que soy y lo que puedo no está determinado en modo alguno por mi individualidad. Soy feo, pero puedo comprarme la mujer más bella. Por tanto, no soy feo, porque el efecto de la fealdad, su fuerza ahuyentadora, queda anulado por el dinero. Según mi individualidad, soy tullido, pero el dinero me procura veinticuatro piernas: luego, no soy tullido ¿Acaso no transforma mi dinero todas mis carencias en su contrario?". Basta, pues, aplicar esta reflexión sobre el dinero al poder en general y se entenderán algunos retratos de monarcas de siglos pasados, cuyas facciones fueron inmortalizadas por pintores cortesanos, que desde luego no pretendían destacar demasiado sus defectos, y hasta hicieron todo lo posible por refinar sus rasgos. No cabe duda de que estos personajes nos parecen bastante feos (y probablemente también lo eran en su tiempo), pero era tal su carisma y la fascinación que sus súbditos los contemplaban con ojos de adoración.

Decir que belleza y fealdad son conceptos relacionados con las épocas y con las culturas (o incluso con los planetas) no significa que no se haya intentado siempre definirlos en relación con un modelo estable. Se podría incluso sugerir, como hizo Nietzsche en el Crepúsculo de los ídolos , que "en lo bello el hombre se pone a sí mismo como medida de la perfección" y "se adora en ello El hombre en el fondo se mira en el espejo de las cosas, considera bello todo aquello que le devuelve su imagen Lo feo se entiende como señal y síntoma de degeneración Todo indicio de agotamiento, de pesadez, de senilidad, de fatiga, toda especie de falta de libertad, en forma de convulsión o parálisis, sobre todo el olor, el color, la forma de la disolución, de la descomposición todo esto provoca una reacción idéntica, el juicio de valor ´feo ¿A quién odia aquí el hombre? No hay duda: odia la decadencia de su tipo ".

El argumento de Nietzsche nos dice precisamente que belleza y fealdad están definidas en relación con un modelo "específico" -y la noción de especie se puede extender de los hombres a todos los entes, como hacía Platón en la República , al aceptar que se considerara bella una olla fabricada según las reglas artesanales correctas, o Tomás de Aquino ( Suma teológica , I, 39, 8), para quien los componentes de la belleza eran, además de una proporción correcta, la luminosidad o claridad y la integridad-, es decir, que una cosa (ya sea un cuerpo humano, un árbol, una vasija) había de presentar todas las características que su forma debía haber impuesto a la materia. En este sentido, no solo se consideraba fea una cosa desproporcionada, como un ser humano con una cabeza enorme y unas piernas muy cortas, sino que también se consideraban feos los seres que Tomás definía como turpi en el sentido de "disminuidos" o -como dirá Guillermo de Auvernia ( Tratado del bien y del mal )- aquellos a los que les falta un miembro, que tienen un solo ojo (o tres, porque se puede adolecer de falta de integridad también por exceso). Por consiguiente, se consideraban feos sin piedad alguna los adefesios, que los artistas han representado a menudo de forma despiadada, y en el mundo animal los híbridos, que fundían de forma violenta los aspectos formales de dos especies distintas.

¿Podrá, pues, definirse simplemente lo feo como lo contrario de lo bello, un contrario que también se transforma cuando cambia la idea de su opuesto? ¿La historia de la fealdad puede ser el contrapunto simétrico de la historia de la belleza?

La primera y más completa Estética de lo feo , la que elaboró en 1853 Karl Rosenkranz, establece una analogía entre lo feo y el mal moral. Del mismo modo que el mal y el pecado se oponen al bien, y son su infierno, así también lo feo es "el infierno de lo bello". Rosenkranz retoma la idea tradicional de que lo feo es lo contrario de lo bello, una especie de posible error que lo bello contiene en sí, de modo que cualquier estética, como ciencia de la belleza, está obligada a abordar también el concepto de fealdad. Pero justamente cuando pasa de las definiciones abstractas a una fenomenología de las distintas encarnaciones de lo feo es cuando nos deja entrever una especie de "autonomía de lo feo", que lo convierte en algo mucho más rico y complejo que una simple serie de negaciones de las distintas formas de belleza.

Rosenkranz analiza minuciosamente la fealdad natural, la fealdad espiritual, la fealdad en el arte (y las distintas formas de imperfección artística), la ausencia de forma, la asimetría, la falta de armonía, la desfiguración y la deformación (lo mezquino, lo débil, lo vil, lo banal, lo casual y lo arbitrario, lo tosco), y las distintas formas de lo repugnante (lo grosero, lo muerto y lo vacío, lo horrendo, lo insulso, lo nauseabundo, lo criminal , lo espectral, lo demoníaco, lo hechicero y lo satánico). Demasiadas cosas para seguir diciendo que lo feo es simplemente lo opuesto de lo bello entendido como armonía, proporción o integridad.

Si se examinan los sinónimos de "bello" y "feo", se ve que se considera bello lo que es bonito, gracioso, placentero, atractivo, agradable, agraciado, delicioso, fascinante, armónico, maravilloso, delicado, gentil, encantador, magnífico, estupendo, excelso, excepcional, fabuloso, prodigioso, fantástico, mágico, admirable, valioso, espectacular, espléndido, sublime, soberbio, mientras que feo es lo repelente, horrendo, asqueroso, desagradable, grotesco, abominable, odioso, indecente, inmundo, sucio, obsceno, repugnante, espantoso, abyecto, monstruoso, horrible, hórrido, horripilante, sucio, terrible, terrorífico, tremendo, angustioso, repulsivo, execrable, penoso, nauseabundo, fétido, innoble, aterrador, desgraciado, lamentable, enojoso, indecente, deforme, disforme, desfigurado (por no hablar de cómo el horror puede aparecer también en terrenos como el de lo fabuloso, lo fantástico, lo mágico y lo sublime, asignados tradicionalmente a lo bello).

Se percibe que, si bien en todos los sinónimos de bello se podría observar una reacción de apreciación desinteresada, en casi todos los de feo aparece implicada una reacción de disgusto, cuando no de violenta repulsión, horror o terror.

En su obra La expresión de las emociones en los animales y en el hombre , Darwin observaba que lo que provoca disgusto en una determinada cultura no lo provoca en otra, y viceversa, pero concluía que sin embargo "parece que los distintos movimientos descritos como expresión de desprecio y de disgusto son idénticos en una gran parte del mundo".

Conocemos sin duda algunas descaradas manifestaciones de aprobación ante algo que nos parece bello porque es físicamente deseable; basta pensar en la broma de mal gusto al paso de una mujer guapa o en las inconvenientes manifestaciones de alegría del glotón ante su comida preferida. En estos casos, sin embargo, no se trata tanto de una expresión de goce estético como de algo parecido a los gruñidos de satisfacción o incluso a los eructos que se emiten en algunas civilizaciones para expresar el agrado de un alimento (aunque en esas ocasiones se trata de una forma de etiqueta).

En general, parece que la experiencia de lo bello provoca lo que Kant (Crítica del juicio) definía como "placer sin interés": si bien nosotros quisiéramos poseer todo aquello que nos parece agradable o participar en todo lo que nos parece bueno, la expresión de agrado ante la visión de una flor proporciona un placer del que está excluido cualquier tipo de deseo de posesión o de consumo.

En este sentido, algunos filósofos se han preguntado si se puede pronunciar un juicio estético de fealdad, puesto que la fealdad provoca reacciones pasionales como el disgusto descrito por Darwin.

A lo largo de nuestra historia deberemos distinguir realmente entre la fealdad en sí misma (un excremento, una carroña en descomposición, un ser cubierto de llagas que despide un olor nauseabundo) y la fealdad formal, como desequilibrio en la relación orgánica entre las partes de un todo. Imaginemos que vemos por la calle a una persona con la boca desdentada: lo que nos molesta no es la forma de los labios o de los pocos dientes que quedan, sino el hecho de que los dientes supervivientes no estén acompañados de los otros que deberían estar allí, en aquella boca. No conocemos a esa persona, esa fealdad no nos implica pasionalmente y sin embargo -ante la incoherencia o la no completud de aquel conjunto- nos sentimos autorizados a manifestar desapasionadamente que aquel rostro es feo.

Por esto, una cosa es reaccionar pasionalmente al disgusto que nos provoca un insecto viscoso o un fruto podrido y otra es decir que una persona es desproporcionada o que un retrato es feo en el sentido de que está mal hecho (la fealdad artística es una fealdad formal). Y respecto a la fealdad artística, recordemos que en casi todas las teorías estéticas, al menos desde Grecia hasta nuestros días, se ha reconocido que cualquier forma de fealdad puede ser redimida por una representación artística fiel y eficaz. Aristóteles ( Poética , 1448b) habla de la posibilidad de realizar lo bello imitando con maestría lo que es repelente, y Plutarco ( De audiendis poetis ) nos dice que en la representación artística lo feo imitado sigue siendo feo, pero recibe como una reverberación de belleza procedente de la maestría del artista.

Hemos identificado, pues, tres fenómenos distintos: la fealdad en sí misma , la fealdad formal y la representación artística de ambas . Lo que hay que tener presente es que por lo general solo a partir del tercer tipo de fealdad se podrá inferir lo que eran en una cultura determinada los dos primeros tipos.

Al hacerlo, nos exponemos a muchos equívocos. En la Edad Media, Buenaventura de Bagnoregio nos decía que la imagen del diablo se vuelve bella si representa bien su fealdad; pero ¿realmente era esto lo que pensaban los fieles que contemplaban escenas de inauditos tormentos infernales en los portales o en los frescos de las iglesias? ¿No reaccionaban tal vez con terror y angustia, como si hubiesen visto una fealdad del primer tipo, horripilante y repugnante como sería para nosotros la visión de un reptil que nos amenaza?

Los teóricos muchas veces no tienen en cuenta numerosas variables individuales, idiosincrasias y comportamientos desviados. Si bien es cierto que la experiencia de la belleza implica una contemplación desinteresada, un adolescente alterado puede experimentar una reacción pasional incluso ante la Venus de Milo. Lo mismo cabe decir respecto a lo feo: de noche, un niño puede soñar aterrorizado con la bruja que ha visto en un libro de cuentos, que para otros niños de su edad no sería más que una imagen divertida. Probablemente muchos contemporáneos de Rembrandt, además de apreciar la maestría con que el artista representaba un cadáver diseccionado sobre la mesa de anatomía, podían experimentar reacciones de horror como si el cadáver fuese real, del mismo modo que el que ha padecido un bombardeo tal vez no puede mirar el Guernica de Picasso de una forma estéticamente desinteresada, y revive el terror de su antigua experiencia.

De ahí la prudencia con que debemos disponernos a seguir esta historia de la fealdad, en sus variedades, en sus múltiples articulaciones, en la diversidad de reacciones que sus distintas formas suscitan, en los matices conductuales con que se reacciona. Considerando en cada ocasión si, y hasta qué punto, tenían razón las brujas que en el primer acto de Macbeth gritan: "Lo bello es feo y lo feo es bello ".

viernes, 17 de octubre de 2008

Alicia en el País de las Maravillas y los chinos



El general chino Shan Yu luchó contra un emperador en China, y pidió a sus tropas que quemaran las naves para que nadie tuviera la tentación de volver; la única forma de volver era derrotar a la dinastía que él odiaba. Cuando uno se enfrenta a distintas realidades, distintas vías posibles,uno de nuestros problemas es que seguimos insistiendo en cada una de esas posibles vías y nos implicamos demasiado en todas.

Cuando en el relato del encabezamiento, Alicia en el País de las Maravillas, la protagonista se despierta de su larga siesta a la orilla del río y cuenta el extraño sueño que ha tenido a su hermana mayor - sueño que es en sí la obra Alicia en el País... - ésta le aconseja que vaya a tomar el té porque se estaba haciendo tarde.

La mejor manera de salir de los atolladeros en que nos sume el pensamiento filosófico - decía Hume - es interrumpirlo y dejarse llevar despreocupadamente por la rutina de las costumbres sociales. Y añadía que el pensar y dar vueltas a todo hasta las últimas consecuencias haría de nosotros unos absolutos escépticos si la naturaleza no fuera lo bastante vigorosa para impedirlo.

martes, 14 de octubre de 2008

El espejo de las neuronas



Éste post ahonda en el tema de las neuronas espejo, hay un conglomerado de citas de neurofisiólogos y psicólogos. No se abunda en los artículos de referencia para no agobiar y aburrir.

Steven Pinker, el psicolingüista de Harvard, concluye un reciente artículo sobre la ciencia de la moralidad (2008) con estas palabras de Chejov: “El hombre llegará a ser mejor si le muestras cómo es.” En el mismo contexto, también recientemente, el destacado neurocientífico Marco Iacoboni cita el trabajo experimental que se está prodigando sobre los mecanismo neuronales que revelan que los humanos están “cableados para la empatía”. Se trata del descubrimiento, relativamente reciente, del sistema de neuronas espejo .

Lo que subyace a todo esto son los experimentos neurocientíficos que muestran que cuando uno percibe el dolor de los otros se movilizan automáticamente los mismos circuitos neuronales afectivos que cuando siente su propio dolor.

En 1996, a través de investigaciones en los monos macacos, los científicos informaron del descubrimiento de un tipo de células del cerebro denominadas “neuronas espejo”. Situadas en la corteza premotora, estas neuronas espejo se disparaban no sólo cuando el mono realizaba una acción, sino también cuando el mono observaba a otro realizando la misma acción. Las neuronas del mono reflejaban, como en un espejo, la actividad que estaba observando.

Posteriormente, mediante Resonancia Magnética, se descubrió que las áreas humanas de las que se suponía que contenían neuronas espejo también comunicaban con el sistema límbico, o emocional, facilitando la conexión con los sentimientos de otra persona, probablemente reflejando estos sentimientos. Se cree que estos circuitos neuronales constituyen la base del comportamiento empático, en el cual las acciones en respuesta a la aflicción de los demás son prácticamente instantáneas.

Valayanur Ramachandran, director del Centro del Cerebro y la Cognición en la Universidad de California en San Diego, observa: “Decíamos, usando una metáfora, ‘siento el dolor del otro’, pero ahora sabemos que mis neuronas espejo pueden sentir, literalmente, tu dolor.” . Ramachandran, escribe que “Esencialmente, la neurona es parte de una red que te permite ver el mundo “desde el punto de vista de otra persona”, de ahí el nombre ‘neurona espejo’ “.

Giacomo Rizzolatti, el neurocientífico italiano que descubrió las neuronas espejo, señala que este sistema cableado es lo que nos permite “captar las mentes de los demás no a través de un razonamiento conceptual sino a través de una estimulación directa de los sentimientos, no con el pensamiento” . La empatía nos permite forjar conexiones con gente cuyas vidas parecen totalmente ajenas a nosotros.

Hace unos cuarenta años, la célebre primatóloga Jane Goodall observó y escribió sobre las emociones de los chimpancés, sus relaciones sociales y la “cultura de los chimpancés”, pero los expertos mantuvieron un gran escepticismo. Hace una década, el etólogo especialista en primates Frans B.M. de Waal escribió sobre los antecedentes de la moralidad en “Bien Natural: Los orígenes del bien y del mal en los humanos y los otros animales”.

Todo ello ha cambiado. Hoy, según de Wall es un hecho incontestable que las mentes humanas, incluidos los aspectos del pensamiento moral, son el producto de la evolución a partir de primates anteriores. De Waal argumenta que la moralidad humana –incluida la capacidad de sentir empatía– es un subproducto natural, o una herencia de comportamiento de nuestros parientes evolutivos más próximos.

Siguiendo a Darwin, los biólogos Robert Boyd y Peter Richerson postulan que la cooperación a gran escala dentro de la especie humana (incluso con individuos no emparentados genéticamente dentro de un grupo) fue favorecida por la selección. (Citado por Marc Hauser) La evolución seleccionó el rasgo de la empatía porque el hecho de entenderse con los demás entraña ventajas para la supervivencia. En su libro “La gente del lago(1978), el paleoantropólogo de fama mundial Richard Leakey declara categóricamente: “Somos humanos porque nuestros antepasados aprendieron a compartir su comida y sus habilidades en un red de compromisos que se cumplían.”

Hay estudios que demuestran que la empatía está presente en niños de muy corta edad, incluso de 18 meses o aún menores. En el mundo de los primates, estudios del Instituto Max Planck de Leipzig, Alemania, hallaron recientemente que los chimpancés prestan ayuda incluso a chimpancés no emparentados y a humanos que no conocen, aún cuando eso les supone una molestia y sin que tengan expectativas de recompensa. Esto sugiere que la empatía puede explicar esta tendencia natural de ayudar, y que fue un factor en la vida social del antepasado común de chimpancés y humanos cuando sus líneas se dividieron, hace unos seis millones de años

Existen innumerables anécdotas de elefantes que muestran empatía hacia animales enfermos y moribundos, emparentados o no; recientes investigaciones en Kenia demuestran de forma incontestable el duelo exteriorizado del elefante, su empatía hacia otros elefantes muertos.
Los ratones sienten ansiedad cuando observan a otros ratones que sienten dolor.

Las acciones altruistas activan una parte primitiva del cerebro, dando lugar a una respuesta placentera (2007). Dentro de la corteza prefrontal, la corteza prefrontal ventromedial (VMPC) es necesaria para las emociones y los juicios morales. Los daños en la VMPC se han relacionado con comportamientos psicópatas, y los individuos con tendencias psicópatas muestran una gran carencia de empatía,

Todas estas pruebas empíricas revela que las raíces del comportamiento prosocial, incluidos los sentimientos morales como la empatía, preceden a la evolución de la cultura. Este trabajo apoya los escritos de Noam Chomsky sobre el instinto moral humano y su afirmación de que, si bien los principios de nuestra naturaleza moral no se han llegado a comprender bien, “no cabe duda de su existencia y de su función central en nuestras vidas intelectuales y morales”

La gran cuestión es por qué nuestra intuición moral tan arraigada no tiene mayor efecto de mejora, por qué no produce un mundo más pacífico. Iacoboni sugiere que esta desconexión se explica por los sistemas masivos de creencias, incluidos los políticos y los religiosos, que operan a nivel de reflexión y deliberación. Y nos recuerda de Waal, que desde el punto de vista evolutivo, la empatía es el punto de partida original del cual emanaron la cultura y el lenguaje. Pero a lo largo del tiempo la cultura filtra e influye estos sistemas de creencias y tiende a invalidar los rasgos neurobiológicos que deberían unir a la gente. Iacoboni plantea como hipótesis la presencia de lo que él denomina súper neuronas espejo en el lóbulo frontal del cerebro. Estas super neuronas espejo, más complejas, muy desarrolladas, tal vez controlen a las neuronas llamadas de bajo nivel, o clásicas. Esta investigación se encuentra en una fase preliminar aún.

Ervin Staub, un investigador pionero en este campo, admite que incluso si la empatía tiene sus raíces en la naturaleza, las personas no se guiarán por ella “...a menos que tengan un cierto tipo de experiencias vitales que dirijan su orientación hacia otros seres humanos y hacia sí mismos” El modo en que se nos educa y se nos entretiene evita que nos enteremos, o que entendamos, el dolor de los demás. Las circunstancias pueden bloquear o abrumar nuestras percepciones, volviéndonos incapaces de reconocer y dar expresión a nuestros sentimientos morales (Pinker). Por ejemplo, si se infunde temor de una escasez creada artificialmente, esto puede atenuar la respuesta empática.

Hauser anota que la proximidad fue sin lugar a dudas un factor en la expresión de la empatía. Evolucionamos en un mundo en el que teníamos delante a personas en apuros, por tanto nuestras emociones sintonizaban con ellas, pero no nos enfrentábamos al otro tipo de situación. Sugiere que el extender esta moralidad inmediata, ligada a la emoción (basada en circuitos fundamentales del cerebro) a víctimas que no vemos, requiere que se preste menos atención a la intuición y más a la dimensión cognitiva

La película Diarios de motocicleta trata de la empatía de forma indirecta. La película sigue a Ernesto Guevara de la Serna y su amigo Alberto Granada en un viaje de ocho meses por Argentina, Perú, Colombia, Chile y Venezuela.

Cuando sale de su barrio residencial de clase media alta (su padre es arquitecto) en Buenos Aires en 1952, Guevara tiene 23 años y le queda un semestre para licenciarse en medicina. Los jóvenes se embarcan en una aventura, deciden echar una cana al aire antes de establecerse e iniciar una vida acomodada. Les interesan las mujeres, la diversión y la aventura, y desde luego que ni buscan ni esperan un odisea que cambie sus vidas.

El poder de la película estriba en la forma en que se describe cómo nace la conciencia política de Guevara, a consecuencia de una acumulación de experiencias. Durante su viaje de 5.000 km, se encuentran con pobreza masiva, explotación y condiciones de trabajo brutales, todo ello consecuencia de un orden económico injusto. Al final, Guevara abandona la idea de ser médico porque la medicina se limita a tratar los síntomas de la pobreza. Para él, la revolución se convierte en la expresión de la empatía, la única forma efectiva de tratar las raíces del sufrimiento. Esto requiere fusionar el componente cognitivo de la empatía con el compromiso, con la resistencia contra el poder. Guevara afirmó que “el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor”.

Marc Hauser postula una “gramática moral universal”, cableada en nuestros circuitos neurales a través de la evolución; esta maquinaria neuronal es anterior a las decisiones conscientes en situaciones de vida o muerte. Más adelante Hauser sugiere que los factores ambientales pueden impulsar a los individuos hacia una razonamiento moral defectuoso, y los diversos resultados para una cultura local dada son prácticamente ilimitados .

Recapitulando, los datos neurofisiológicos apoyan decisivamente la idea de que la moralidad se funda en la biología. No son algo que recibamos “desde arriba”, de las altas autoridades religiosas o los filósofos, sino algo que surge “desde abajo”, como consecuencia de los procesos evolutivos del cerebro. Ahora bien, como Rizzolatti hacen bien en recordarnos, “Para usar el mecanismo de espejo (un mecanismo biológico) estrictamente de una forma positiva, hace falta añadir algo, algo cultural.”

Empleando la estimulación magnética transcraneal se ha encontrado una diferencia significativa, en la actividad de las neuronas espejo en los sujetos, según la persona que transmitía la información compartiera, o no, unas características culturales y étnicas determinadas Tanto la etnicidad como la cultura interaccionan para influir en la actividad del cerebro, específicamente dentro de la red de neuronas espejo que interviene en la comunicación e interacción social.

Hasta aquí hemos llegado en la mitad del 2008.

sábado, 11 de octubre de 2008

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Nacer y morir tal vez sean experiencias muy similares. Y Felipe II, a quienes sus admiradores llamaron Rey Prudente y sus enemigos Demonio del Mediodía, tuvo miedo a ambas.

Tuvo miedo a nacer y el parto se demoró 13 interminables días. Y tuvo miedo a morir y su agonía se convirtió en una padecimiento de 53 jornadas.

Desde 1592 su salud se había deteriorado irremediablemente. La gota se había agudizado, hasta el punto de que ni siquiera podía firmar los documentos que tenía ante sí. Los dolores eran tan intensos que no podía permanecer ni en la cama sin padecerlos. Tampoco había modo de estar sentado, y fue entonces cuando su ayuda de cámara,
Jean L’Hermite, ideó un ingenio consistente en una silla articulada que permitía al monarca cambiar de postura.

Siendo consciente de que el tiempo se le escapaba, el rey prefirió morir en su gran proyecto y ordenó su traslado al
monasterio de El Escorial.

El mes de junio de 1598 se terminaba cuando salió del alcázar madrileño su comitiva. El 30 de junio partió de
Madrid para no regresar. Durante seis días su silla articulad fue transportada por porteadores que se turnaban. Al fin, el día 5 de julio pudo ver las torres de su templo.

Dicen que el insigne pintor barroco del siglo XVII
Juan de Valdés Leal se inspiró en El Discurso de la Verdad, escrito por el filántropo Miguel de Mañara, para pintar los dos lienzos tenebrosos que evocan Las Postrimerías de la Vida. En uno de ellos se representa el Triunfo de la Muerte bajo la forma de un esqueleto que porta una guadaña. El personaje se alza sobre todas las cosas de este mundo, desde una tiara papal hasta los libros de los más sabios. “In ictu oculi”, en un abrir y cerrar de ojos, se lee en una leyenda que aparece en la obra, todo se fue.
Este cuadro es posterior a
Felipe II y nada tiene que ver con él pero parece inspirado en su muerte.


Fray José de Sigüenza nos dice en su crónica sobre El Escorial que el monarca sufrió el 22 de julio de 1598 calenturas a las que se unió un principio de hidropesía. Se le hincharon vientre, piernas y muslos al tiempo que la sed lo consumía.

Aquella fiebre lo marchitó durante siete días completos, presintiéndose tan a las puertas del infierno que el fraile jerónimo afirma que
Felipe se sintió “asado y consumido del fuego maligno”. Apareció encima de la rodilla derecha “una postema de calidad maligna, que fue creciendo y madurando poco a poco con dolores muy fuertes”, escribe Sigüenza. El médico Juan de Vergara abrió con hierro aquel absceso purulento para sangrarlo.

Felipe enseguida se dispuso a confesarse ante fray Diego de Yepes, a quien le pidió que le leyera la pasión según San Mateo. Mandó que trajeran ante sí sus reliquias favoritas, de modo que al pie de su cama, de cuya vera no se movió su hija Isabel Clara Eugenia, se fue formando un espectáculo con “la rodilla entera con el hueso y pellejo del glorioso mártir San Sebastián, un brazo de San Vicente Ferrer, una costilla del obispo Albano" y otros fetiches similares. El atormentando rey besa aquellas reliquias y pide que se las pongan sobre la rodilla herida. Naturalmente, de inmediato siente alivio, de modo que le confeccionan un altar allí mismo, a los pies de su cama, con esos huesos.

Felipe IImandó hacer muchas y notables limosnas en estos días que duró su enfermedad”, escribe Sigüenza. Y mientras, el rey no pierde de vista sus reliquias, hasta el punto de cuando caía en la inconsciencia su hija solía gritar que nadie las tocase, para que su padre recobrase la conciencia ante el temor de que algún cortesano las cambiase de sitio

Mandó poner a todos los lados de la cama y por las paredes de su dormitorio crucifijos e imágenes”, leemos en la crónica de Sigüenza. Entre esas imágenes estaban algunos cuadros de un pintor extraño, Hieronimus van Aeken, El Bosco.

¿Por qué ordenó
Felipe II que trajeran a El Escorial cuantas obras de El Bosco fuera posible? ¿Qué razón tuvo para consumir sus últimas horas contemplando las aterradoras descripciones del infierno que plasmó en sus obras artista flamenco? Se dice que llegó a tener al menos nueve de ellas, entre las cuales estaban algunos de sus trabajos más representativos .Desde luego, existe el consenso de que la sí tuvo delante en el postrer instante de su existencia fue El Jardín de las Delicias, o al menos una copia de ella.

El
Jardín de las Delicias es un famoso tríptico en cuya tabla izquierda aparece la creación de Adán y Eva. Él se muestra absolutamente desnudo, y ello ha llevado a algunos investigadores a plantear la posibilidad de que El Bosco pudiera haber estado vinculado a la corriente herética de los Adamitas. Se trató de una secta cuyo origen algunos fechan en el segundo siglo de nuestra era y que se mostraba a favor de la desnudez del cuerpo y de la práctica del sexo de forma absolutamente libre. Padres de la Iglesia como San Epifanio o San Agustín ya los mencionan.

Para esta secta, el matrimonio era cosa detestable y realizaban sus rituales completamente desnudos. Los hay que hermanan a este grupo con los gnósticos carpocratianos, que también tenían costumbres muy relajadas en lo que al sexo se refiere. Fueron perseguidos con saña, pues nada molesta tanto a la Iglesia como el cuerpo humano que el propio
Dios creó, y además a su imagen y semejanza.

En cualquier caso, fuera
El Bosco o no adamita, hablemos del resto de esa obra. En la tabla central hay sensualismo a raudales. Un lago repleto de mujeres desnudas es rodeado en romería por una multitud mientras las ilusiones del mundo se representan con sus pinceladas preciosistas.




Finalmente, a la derecha aguarda al infierno. Pero aparte de las torturas y los tormentos,
Hieronimus ve en el fondo de su mente instrumentos musicales que sirven para dar escarnio a los pecadores.

¿Adamita? ¿Conocimientos secretos? ¿Quién inspiró a
El Bosco? ¿Qué supo de él Felipe II que quiso cruzar al otro lado contemplando los mundos pintados en aquellas tablas?

Durante los 53 días de su agonía parece que el rey mostró terror a morir. Aquellos cuadros de El
Bosco aludiendo al infierno, aquella sed suya de oraciones y lecturas…

Temiendo caer en un estado de inconsciencia del que ya no le fuera posible salir, el primer día de septiembre el monarca solicitó la extremaunción. Dice
Sigüenza que “mandó a su confesor que le llevase el Manual, libro donde se administran los Santos Sacramentos, y le leyese todo lo que éste tocaba sin dejar letra”. Y para recibir el sacramento esmeró su higiene, de modo que le cortaron las uñas y le lavaron las manos.

Antes de recibir la extremaunción, se confesó. Después, ordenó que estuviera presente su hijo
Felipe,porque veáis en lo que paran las monarquías deste mundo”, le dijo al príncipe.

Aludiendo a su higiene, el sufrimiento físico del rey era atroz, pero aún lo hacía más cruel la imposibilidad de lavarse como a él tanto le gustaba.
Felipe II había sido muy meticuloso en su higiene personal, pero ahora que su gloria estaba a punto de apagarse, también eso le fue vedado. Jean L’Hermite describe aquel terrible escenario de este modo:

Sufría de incontinencia, lo cual, sin ninguna duda, constituía para él uno de los peores tormentos imaginables, teniendo en cuenta que era uno de los hombres más limpios, más ordenados y más pulcros que vio jamás el mundo…No toleraba una sola mancha en las paredes o suelos de sus habitaciones… El mal olor que emanaba de estas llagas era otra fuente de tormento, y ciertamente no la menor, dada su gran pulcritud y aseo”

Impedido, sin poder hacer sus necesidades sino en el propio lecho, se abrió un agujero en la misma cama para que de ese modo pudiera aliviarse. Todos los cronistas mencionan el olor insoportable en medio del cual el rey tuvo que vivir sus últimos días. Una agonía que vivieron los huesos y pellejos de todos aquellos santos mártires que hizo instalar ante su cama. Pero, por encima de todos, había un crucifijo.

Seis años antes, estando en
Logroño, el rey ordenó a Juan Ruiz de Velasco que abriese un cajón del escritorio que llevaba consigo. Dentro del cajón había un pequeño crucifijo y unas velas de Nuestra Señora de Montserrat.

También conservaba el rey una disciplina bastante usada. Todas aquellas cosas habían sido de su padre,
Carlos V, y le dijo al cortesano que recordara siempre dónde estaban, puesto que un día se las pediría cuando creyera que estaba próxima su muerte. Y ese momento, era evidente, había llegado ahora, de modo que mandó al mismo cortesano que abriera el mismo cajón.

Carlos V había muerto empuñando aquel crucifijo, y Felipe II tenía el mismo propósito. Mandó colgarlo dentro de las cortinas de la cama, “frontero con sus ojos”, a decir de Sigüenza, y pidió que tras su muerte el crucifijo regresase al mismo cajón de donde lo sacaron para que, cuando llegara el momento, también su hijo Felipe (III) lo pudiera tener junto a sí.

Y de este modo, armado de reliquias y de un crucifijo y rodeado de clérigos,
Felipe II siguió dando instrucciones para su tránsito. Ordenó entonces hacer su ataúd, y además exigió que se lo trajesen allí mismo. También dispuso que se le fabricase una caja de plomo, y ordenó que una vez muerto lo metieran dentro de ella para evitar los malos olores de la putrefacción.

Cinco años antes, paseando cerca de
Lisboa, el rey vio los restos de un barco varado en la arena. El viejo buque se había llamado Cinco llagas. Como si tuviese una premonición, Felipe comprendió que aquella madera debía servir para hacer su última morada. El propio Sigüenza reconoce en su crónica que desconoce el motivo por el cual el monarca tuvo aquella idea, pero lo cierto es que ordenó que se llevaran a El Escorial aquellos maderos, de los cuales también se hizo una cruz para la basílica del monasterio.

Con medio equipaje hecho, el rey aún se resiste a morir. Aguanta las acometidas de la Muerte hasta que el día 11 de septiembre se despide de los suyos. Les ordena perseverar en la fe y muestra su deseo de comulgar de nuevo. Tenía dicho a sus médicos que le informaran de cuándo había llegado su hora, y cuando éstos se lo hicieron saber, solicitó la presencia de confesores y clérigos, incluido el
Arzobispo de Toledo, y hubo mucha plática y oración. Y a pesar de todo, dice Sigüenza, él pedía más y más oraciones y discursos.

Hora y media antes de expirar “
tuvo un paroxismo tan grande que todos creyeron que había acabado”, de modo que comenzaron los lamentos y los llantos. Pero como en la mejor de las películas de terror, de pronto el supuesto muerto abrió los ojos y asió el viejo crucifijo de Carlos V con una fuerza enorme, ante la estupefacción, y tal vez un susto enorme, de todos los presentes.

Pasó una noche más en medio de inacabables oraciones y mil besos al crucifijo, repitiendo que “
moría como católico”.

El alba del día 13 de septiembre, eran las cinco de la madrugada cuando, al fin,
“con un pequeño movimiento, dando dos o tres boqueadas, salió aquella santa alma y se fue (…) a gozar del Reino del Soberano”, asegura el cronista Sigüenza. Un día como aquel, pero 14 años atrás, se había puesto la última piedra de la fábrica del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, su fortaleza.

Compusieron el cuerpo según las instrucciones que el propio rey había dejado. Lo envolvieron en una sábana sobre camisa limpia que le pusieron a solas don
Cristóbal de Mora y don Fernando de Toledo para que nadie viera el terrible estado en el que se encontraba su cuerpo. Esos dos cortesanos fueron los encargados de cumplir una última voluntad del soberano: ataron a su cuello un cordel del que colgaba una vulgar cruz de palo, que fue la única digamos joya que llevó consigo hacia el lugar del que no volvemoa.

Antes de cerrar el féretro, el futuro
Felipe III quiso ver por última vez a su padre. Luego, gran número de caballeros sacó el ataúd de la minúscula alcoba real y se formó una comitiva que recorrió los pasillos escurialenses con el muerto a hombros. Se celebró misa, y finalmente lo enterraron.

domingo, 5 de octubre de 2008

Más perspectivas sobre el amor

1.Decía el poeta Luis Cernuda que el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe. Y el amor es otra pregunta de la que llevamos en el blog varias versiones. ¿Es sólo la química su alimento? Amor y sexo. Moléculas y alma dibujan varias realidades sobre la respuesta que define el amor.

2.Helen Fisher, antropóloga estadounidense experta en la química del amor, sostiene que las parejas humanas tienen una fecha de caducidad de cuatro años. Transcurrido ese tiempo, el amor y sus alrededores se esfuman. Los 4 años son el tiempo que necesita una cría humana para ser mínimamente independiente y que alguien que no sea ni papá ni mamá pueda ocuparse de ella. En consecuencia, a partir de ahí ya no es estrictamente necesario que ambos sigan juntos. Y la naturaleza ha determinado que, transcurrido ese tiempo, los niveles de dopamina desciendan drásticamente, de modo que la fascinación del principio se evapora

La dopamina es la responsable de esa sensación de mariposas en el estómago que provoca estar ante la persona amada. Proporciona mucha energía, provoca estados de excitación y de euforia. Muchos estudios indican que, para el cerebro, el amor es comparable al chocolate, al dinero o a cualquier otra forma de recompensa. En todos los casos, lo que se activa son los centros de recompensa, y la descarga química que se produce lleva sobre todo dopamina.

En la fase de atracción irresistible interviene también la adrenalina, que es la responsable de los sudores y de las palpitaciones, y otro neurotransmisor: la serotonina. La serotonina está también relacionada con varias patologías psiquiátricas, entre ellas el trastorno obsesivo compulsivo. De ahí que se compare el amor con un estado de locura. Pero además es el objetivo de los antidepresivos de la familia del Prozac; por esta razón, Fisher considera estos fármacos como auténticos filtros antiamor y antideseo.

3.Desde otro punto de vista, el psiquiatra suizo Carl G. Jung describió ese estado de embriaguez absoluta como el efecto que produce la proyección del ánima sobre ánimus la persona amada. Esto significa que todo hombre tiene un lado femenino dentro de sí: el ánima. Y toda mujer tiene una parte masculina: el ánimus. El asunto es que todo el mundo aspira a completarse, de ahí lo de la media naranja. De modo que cuando encontramos a alguien que parece encajar con la imagen que tenemos dentro, inmediatamente proyectamos la imagen sublimada de lo femenino interior, en los hombres, y de lo masculino, en las mujeres. Es nuestra proyección.

Lo que está claro es que en ese momento no se ve realmente a la persona que está enfrente, con sus virtudes y defectos. Lo que se ve es la proyección de los propios sueños. Pero uno siempre se despierta de los sueños. Después de un tiempo más o menos largo comienza a ser evidente que la persona que duerme al lado no es la que se pensaba. Y la realidad reaparece. Entonces es cuando entra en juego la oxitocina. La hormona del amor. Cuando la dopamina y su enamoramiento desbordante abandonan el terreno, interviene la que se conoce como la hormona del amor, encargada de crear un vínculo sólido y estable.

Hay experimentos con perros de la pradera ( que no pecadores ), animales extraordinariamente fieles, que permanecen con la misma pareja toda la vida, que si se les bloquean los receptores de la oxitocina buscan a un ejemplar del otro sexo para el apareamiento, y después, si te he visto no me acuerdo. En realidad, esta hormona se segrega no sólo cuando se establecen relaciones de pareja, sino en otros tipos de contactos afectivos. Es muy importante entre madres y bebés. En el momento del parto, el contacto piel con piel estimula la producción de la hormona y, por tanto, la creación del lazo materno-filial.

En las parejas, el contacto físico en forma de masajes o haciendo el amor estimulan la secreción de oxitocina.

4.John Gottman, director del laboratorio del amor en la Universidad de Washington, lleva años estudiando el universo de la pareja cree que no hay que refugiarse tanto en las moléculas para justificar los comportamientos amorosos; lejos de análisis bioquímicos, Gottman puede vaticinar el futuro inmediato de una pareja con una fiabilidad del 90%. Su método consiste en observar el comportamiento de cada miembro durante una discusión de 15 minutos y hacer unas pocas preguntas sobre el pasado. Tras estudiar a cientos de parejas ha constatado que, en aquellas que tienen futuro, la proporción de frases positivas y negativas es de cinco a uno, mientras que en las que no llegan muy lejos es de uno a uno.

Además ha descubierto que todas las parejas tienen un patrón característico de comportamiento, una especie de marca de la casa que se repite siempre. Gottman lo descubre pidiendo que le cuenten cómo se conocieron. En ese relato sale a la luz el tipo de interacción que existe y la forma en la que uno percibe al otro. El científico ha identificado lo que denomina los cuatro jinetes del apocalipsis: la crítica, estar a la defensiva, la incomunicación y, el más destructor de todos, el desprecio. Un dato más que demuestra los efectos perniciosos de este último: ha observado que el hecho de que alguien a quien se ama exprese desprecio produce un impacto negativo sobre el sistema inmune.

5. ¿Cómo se elige a la pareja? Hay muchos estudios que indican que las mujeres seleccionan al compañero por el olor de su sistema inmune. La evolución las ha equipado con los mecanismos que permiten detectar el más adecuado al suyo: ni demasiado distinto para que no se produzcan rechazos en la fecundación, ni demasiado parecido porque significaría un empobrecimiento de la genética.


Otros estudios, como los del Instituto Ludwing-Boltzmann de Etología Urbana en Viena, sugieren que las mujeres buscan hombres muy masculinos para la fecundación, pero prefieren los varones con más características femeninas como compañeros de vida. La razón es que los primeros tienen, en general, una buena genética y son fértiles, pero la fidelidad no es lo suyo. Por el contrario, los segundos son buenos padres y esposos. Los criterios de elección masculinos también están basados en la búsqueda de mujeres sanas y fértiles. De ahí que algunas investigaciones hayan indicado que las mujeres con cuerpos ondulantes, es decir, con una cintura marcada en relación a las caderas, estén muy solicitadas. La relación cadera-cintura se considera un signo de salud reproductiva.

Según otras versiones complementarias, ellos se sienten atraídos por la belleza y la juventud, mientras que las mujeres son seducidas por la educación y la posición.

Los procesos de enamoramiento y lujuria son similares en los dos sexos, pero la emoción se vive de manera distinta. Las mujeres al ser más ciclotímicas manifiestan más los vaivenes emocionales. Además de lo cultural, hay una diferenciación del cerebro, procesan las cosas de una manera diferente. Les motivan otras cosas y el feedback que reciben lo viven de una forma distinta. Hay etapas en donde tiene altos niveles de oxitocina (hormona que produce la contracción del útero), que si suben demasiado en vez producir empatía la incomodan y cuando éstos bajan, se tranquiliza. En los hombres todo está menos exacerbado porque lo suyo es más externo.


6. Narcisismo. En la Universidad de California y en la de Saint Andrews (Escocia) han llegado a la conclusión de que la atracción hacia el otro es una variante del narcisismo. Los investigadores de esas han observado que las personas que más nos gustan son las que más se parecen a nosotros. En un estudio, el equipo científico manipuló las fotos de los propios participantes para convertirlas en una persona del sexo opuesto; cuando tuvieron que elegir, la mayoría de los participantes mostraron su preferencia por la foto travestida de sí mismos.

viernes, 3 de octubre de 2008

El artista se retrata a sí mismo.

Capilla Sixtina, Miguel ángel. Pecado original.

Según la leyenda fue el rey Giges de Lidia ( siglo VII antes de Cristo) el iniciador de la pintura. En una plaza mayor tomó un pedazo de carbón y pintó su propia sombra en el muro. Este acto creativo sugiere una búsqueda de la inmortalidad. El artista elige a un modelo según un tipo humano propio, que él lleva dentro.

Decía Jean Paul Sartre que la obra de arte se mezcla con la piel de su creador, como un doble de su propia carne. Flaubert afirmaba que Madame Bovary era él. Y Oscar Wilde señalaba que los únicos retratos dignos de crédito son los que llevan poco del modelo y mucho del artista.

La otra versión tiene un trasfondo idéntico. León Battista Alberti se remite categóricamente a Narciso como el inventor de la pintura , como él, el artista siempre anda dando vueltas a su autorretrato, aunque el pintor sea hombre y la obra represente a una mujer desnuda. De hecho, los artistas que se han hecho famosos por la exacta representación de la piel humana, como Tiziano, fueron acusados de haber mezclado sangre o esperma con los pigmentos, es decir, su propia sustancia vital.

Todas las deformaciones en el arte, desde las siluetas estilizadas de El Greco a los rostros almendrados de Modigliani, de la musculatura extremada de la Capilla Sixtina a los cuerpos desarmados y decodificados de Picasso o Magritte, esas deformaciones se deben a la búsqueda de su doble por parte del artista.

Así los cuadros de desnudos, el desnudo femenino en el arte, es una superficie de proyección del artista, que le confiere el aspecto que más le agrada.